12. En la habitación de Tartaglia

78 12 157
                                    

Scaramouche llevaba diez minutos esperando en el interior de la biblioteca. En algún momento, Kazuha debía aparecer, pero la espera estaba acabando con su paciencia. Además de eso, estaba nervioso. Su corazón palpitaba con más rapidez de lo normal.

Cansado de ver que nadie entraba en aquella enorme sala, decidió ser él quien fuera a buscar al peliblanco.

Al llegar frente a la puerta, esta se abrió de par en par, mostrando a un Kazuha con la respiración acelerada y los mofletes rojos. Scaramouche había tenido suerte de que la puerta no hubiera azotado su rostro.

—Lo siento por llegar tarde… —logró disculparse el peliblanco, teniendo dificultad para hablar—. Venti quería hablarme y he tenido que venir corriendo…yo…

Kazuha se olvidó completamente de lo que estaba diciendo en cuanto levantó la mirada, topándose con los ojos de su amigo. Aquel muchacho al que tanto había extrañado, incluso viéndolo en clase. Aquel chico que necesitaba tener cerca para no sentirse solo.

Por otro lado, Scaramouche tenía la mirada suavizada, admirando lo bien que se veía Kazuha desde tan cerca. Su pelo despeinado, sus cachetes rojos y sus suaves y tiernos labios lo estaban volviendo loco.

Poco a poco, se fue acercando hasta él. Levantando sus manos, quiso acariciarle las mejillas con calidez, tratando de sentir el cariño de su piel, pero no se atrevió. En vez de eso, le rodeó el cuello con ambos brazos y le dio un fuerte abrazo. Cerró sus ojos intensamente, haciendo su máximo esfuerzo para no derramar una sola lágrima.

Sorprendido ante tal repentina reacción, Kazuha le devolvió el abrazo de una forma más suave. Dejó caer parte de su peso sobre Scaramouche y, en aquel momento, se dio cuenta de cuál era su verdadero hogar. Ahí donde se sentía seguro y protegido, comprendido y amado, era con su peliazul favorito.

Para ambos muchachos, aquel fue un momento tan especial que no necesitaron palabras, solo acciones. No fue hasta un rato después que no empezaron a hablar, pareciendo amigos de infancia. Nada sería capaz de parar sus animadas conversaciones que duraron la tarde entera.

—Scaramouche, un momento —lo cortó su amigo a media frase—. ¿No teníamos que hacer el trabajo?

—¿Cómo? Pensé que lo habías usado como excusa para no admitir que querías verme ya —se burló el peliazul, con cariño.

—Sí, bueno… Pero hay que entregarlo a tiempo —trató de desviar el tema, tapándose ambos cachetes con su blanco cabello para ocultar su sonrojo—. Y Heizou también forma parte del grupo, puedes venir mañana a nuestra casa y así lo acabamos.

—Querrás decir “lo empezamos”.

Kazuha soltó una risa y asintió.

De aquel modo, tal y como habían planeado, al día siguiente tuvieron un invitado en su casa. A Tartaglia no le parecía mal, ya que debía trabajar y no le sería una molestia tener a alguien más en su vivienda. Por lo tanto, los tres muchachos consiguieron realizar su trabajo exitosamente, aplicándose en ello como nunca antes lo habían hecho. De lo contrario, no conseguirían entregarlo a tiempo.

Finalmente, acabaron el último apartado alrededor de las ocho y media de la noche, cuando el señor Morax volvía a casa y debían cenar. Las calles ya estaban oscuras, así que podía ser peligroso transitarlas sin ninguna compañía.

—Tartaglia, ¿puede quedarse Scaramouche a dormir con nosotros, por favor? Fuera hace frío y vive un poco lejos —Kazuha mintió con el último dato, ni siquiera sabía dónde vivía. Aún así, aquello no impediría usar sus encantos para convencer al pelinaranja.

—Sí, muy buena idea —Tartaglia les dedicó una amable sonrisa a los tres muchachos y se dirigió a la cocina, listo para engullir su cena.

Sin embargo, Heizou temía que algo malo pudiera ocurrir. Ver al señor Morax tan seguro de su decisión le hacía pensar que, quizás, planeaba algo más que invitarlo a dormir.

¿Dónde Estás? [Kazuscara/Scarakazu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora