9. En la fiesta de alcohol

62 11 144
                                    

El frío estaba cada vez más cerca y, con su llegada, las flores se marchitaban, de la misma manera que lo hacía Kazuha. Sin embargo, era un proceso lento y doloroso.

Cada vez dormía menos, dado que, por las noches, tenía asuntos pendientes con Tartaglia. Aún así, aunque hubiera pensado que el asco le quitaría las ganas de comer, la situación era totalmente distinta.

Día y noche, comida y cena, los platos de Heizou y Kazuha estaban a rebosar. El señor Morax los alimentaba demasiado.

—Debéis comerlo todo —insistió el pelinaranja, a la vez que leía—. La comida no es barata y yo no trabajo para tirar lo que compro.

A cada cena, Tartaglia tenía un periódico en mano. Siempre era el mismo. El peliblanco no tenía seguro si siquiera lo leía.

Lo que sí tenía claro era que debía obedecer a aquel hombre para no pasarlo peor por las noches, así que no había un solo día que dejara rastros de comida en el plato. Incluso creía haber subido de peso.

Heizou, en cambio, era indiferente de lo que dijera el señor Morax, así que comía lo justo y necesario.

—Mañana visitaremos a mi hermano —comentó Tartaglia, asomándose por encima del periódico y sonriendo a ambos—. Nos ha invitado a su casa y, como es fin de semana, nos quedaremos a dormir. Preparad maletas con ropa.

Kazuha se alegró de escuchar aquello. Si pasaban una noche fuera de casa, quizás quería decir que no le haría falta complacer a Tartaglia. Le parecía un sueño hecho realidad.

Tras la cena, como siempre, Heizou se fue a su habitación, dejando a los dos otros solos. Aprovechando que el de cabello naranja se fue al lavabo, Kazuha agarró su periódico y ojeó la primera página, curioso por saber qué era aquello que tanto le interesaba a Tartaglia.

Con letras grandes, se podía ver un título con el apellido de alguien que se le hacía familiar: “Shogun Raiden, una arconte en búsqueda y captura.”

Si no recordaba mal, tenía el mismo apellido que Scaramouche. No entendía por qué aquella mujer era buscada.

Tras seguir leyendo, su cara empalideció por completo. Si el periódico era cierto, se trataba de una noticia sobre canibalismo. En su propia ciudad.

. . .

Era una bonita y soleada tarde cuando Heizou, Kazuha y Tartaglia llegaron a la mansión de Zhongli Morax. Un carruaje arrastrado por dos caballos, dirigidos por un mayordomo, los había llevado frente aquel enorme edificio de tres plantas y grandes jardines.

Aquel lugar se encontraba sobre una alta montaña, alejado del centro de la ciudad, por lo que se respiraba un aire mucho más fresco.

Los tres fueron recibidos por los dueños de la mansión.

—Buenas tardes —dijo Zhongli, acercándose a ellos. Su mirada y sonrisa puestas sobre Tartaglia delataban lo mucho que se alegraba de verlo—. Es un honor teneros por aquí.

—¡Heizou! ¡Kazuha! —Aether los saludó con su mano y una sonrisa tan grande como la de su padre. Con su otra mano, sujetaba la de Xiao, quien se encontraba a su lado. Como siempre, manteniendo la boca cerrada.

—¡Hola! —respondió el pelirrojo. Al contrario de Kazuha, prestó bastante atención a la charla que tuvo con aquellos hermanos cuando los visitaron, así que se había hecho bastante amigo del rubio.

Xiao tan solo levantó un poco su mano para saludar, pero su madre no se dignó siquiera a hacer tal cosa. Parecía como si no quisiera ver a ninguno de sus invitados.

Los cuatro jóvenes recorrieron la gran mansión, además de sus grandes jardines, y corrieron hasta hartarse. Charlaron sobre sus cosas, se hicieron todavía más amigos y cenaron junto a los adultos.

¿Dónde Estás? [Kazuscara/Scarakazu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora