Las lágrimas caían por el rostro de Kazuha mientras corría. No sabía hacia dónde, simplemente corría. Escapaba de todo. Del mundo. Quería desaparecer.
Scaramouche, viendo cómo cruzaba la puerta de la cafetería, se levantó de su asiento con rapidez. Sin embargo, no pudo ir demasiado lejos.
Alguien había agarrado su muñeca.
—Déjale —ordenó Heizou, mirándolo a los ojos—. Necesita su espacio.
El peliazul se sintió impotente. Creía que lo mejor era ayudar a Kazuha, estar a su lado, pero sabía que era cercano a Heizou. Él lo conocía y había aprendido mejor que él qué era lo que el peliblanco necesitaba.
Frenó su impulso de salir tras el muchacho, dio un suspiro y volvió a sentarse.
Tras un par de minutos, Kazuha cruzó una gran y vieja puerta. Sus ojos estaban tan empapados que no veía nada. No sabía dónde estaba.
Al menos, podía percibir que se trataba de un lugar oscuro. Donde no llegaba bien la luz del exterior. Donde sería difícil encontrarlo.
Ni siquiera con eso se sentía aliviado.
Pronto, el olor a libros viejos le hizo reconocer la gran biblioteca del colegio. A pesar de no ver bien, conocía bastante ese lugar gracias a las sesiones de estudios que había hecho a lo largo de la última semana.
Esperando encontrar algo de cobijo, se escondió en uno de los últimos pasillos de estanterías, donde apenas transitaba gente. Con otras palabras, se acurrucó en una de las esquinas de la sala, justo al lado de una escalera que llevaba a la segunda planta de la biblioteca.
Rodeado de tantas paredes, se sentía un poco más protegido. No demasiado.
Aún así, le gustaba aquel lugar. Le gustaban los libros. Le recordaban a la poesía que su madre le leía cuando era pequeño.
Todavía podía visualizar mentalmente cuán feliz se la veía con un libro en mano, sentada sobre la cama del joven para leerle la más bonita poesía hasta que cayera dormido.
Echaba de menos aquello. Echaba de menos su hogar. Quería volver a sentirse seguro, sentir que pertenecía a algún lugar. Saber que era alguien y que su vida tenía algún sentido. Uno bueno.
Escondiendo la cabeza entre sus rodillas, lloró hasta escuchar unos pasos hacia él.
Levantó la mirada y pudo ver delante suyo un peliazul jadeando. Había llegado corriendo.
—Aquí estás… —su voz sonaba cansada. Quién sabía si había recorrido el colegio entero para encontrarlo. Tras unos silenciosos segundos, siguió hablando—. Hace días que te falta brillo.
—A ti también —pensó Kazuha. Pero no lo dijo. No tenía fuerzas para hablar. Si lo intentaba, acabaría sollozando.
Tan solo lo observó con la mirada perdida. Sin brillo en sus ojos. Sin una pizca de felicidad en su rostro. Aquel alegre Kazuha que había conocido alrededor de una semana atrás, se había esfumado.
—Conozco esa mirada —aquellas palabras llamaron la atención del peliblanco—. Te sientes perdido. Ni siquiera quieres buscar tu lugar en el mundo, porque no crees poder encontrarlo. Te entiendo.
No. No lo entendía. No estaba siendo abusado por nadie. No tenía a un caníbal obsesionado con él. Al menos no que Kazuha supiera.
Aún así, no conocía nada de Scaramouche. No sabía por qué nadie de su clase se le acercaba, qué problemas había en su familia para tener que trabajar desde tan joven o qué le había ocurrido para distanciarse de él durante los últimos días.
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¿Dónde Estás? [Kazuscara/Scarakazu]
FanfictionKazuha y Heizou, dos chicos de pueblo, viajan hasta la ciudad de Inazuma para asistir a su nueva escuela. Ahí, Kazuha conoce a Scaramouche, un muchacho solitario al que cree haber visto unos días atrás, y a Tartaglia, un buen hombre que no parece te...