2. En la escuela

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Los días pasaron volando y, tan pronto como los dos jóvenes se dieron cuenta, había llegado el primer día de clases. Llevaban ya tres días en la ciudad de Inazuma y, aunque Heizou se negaba a hacerse amigo de Tartaglia, Kazuha ya se llevaba todavía mejor con él. Amaba escuchar sus historias y lo admiraba por haber llegado tan lejos sin la ayuda de nadie, cosa que a él le habría sido imposible.

A medida que los jóvenes se iban acercando al colegio, charlando y fantaseando sobre cómo sería, podían ver cada vez más muchachos con mochilas y libros en mano. La adrenalina se apoderó de sus cuerpos, empezando a sentirse nerviosos por lo que pudiera ocurrir a lo largo del día.

Finalmente, ahí estaba. El colegio. Un gran edificio de tres plantas con una torre a cada lado de la puerta principal. Estaba hecho de ladrillos y rodeado por un hermoso jardín con bastantes árboles, arbustos y, sobre todo, césped.

—¡Heizou! ¿No es precioso? Dios, cómo amo la ciudad —Kazuha parecía estar en el mejor día de su vida. Casi se le saltaban las lágrimas de los ojos al ver un lugar tan maravilloso.

—No está mal, me gusta —sonrió Heizou, preguntándose qué alumnos estudiarían a su lado.

Tras subir varias escaleras, cruzaron la entrada principal y recorrieron largos pasillos para encontrar su clase. Nadie les había explicado a dónde tenían que ir, exactamente, por lo que se perdieron un par de veces. Aún así, lograron encontrar su aula antes de que empezaran las clases.

Los pupitres eran de dos personas. Perfecto. Aquella sería una buena oportunidad para seguir juntos, evitando tener que compartir mesa durante el resto del curso con algún rarillo o el típico alumno que no presta atención a ninguna explicación del profesor.

Sin dudarlo, caminaron hasta el fondo de la clase y ocuparon el último pupitre de una de las dos fileras que había. Kazuha cogió el asiento que se encontraba junto a la ventana, ya que solía pasar el tiempo disfrutando cualquier tipo de paisaje. Heizou no dudaba en que su amigo fuera a disfrutar las vistas al patio del colegio.

Una vez ya posicionados, empezaron a analizar los alumnos de su clase. El pelirrojo echó una rápida mirada alrededor, con la que trataba de adivinar qué tipo de persona era cada uno de los individuos de la sala. Sin embargo, Kazuha no fue capaz de hacer lo mismo. Su mirada se vio clavada en el chico peliazul que se sentaba justo frente suyo.

Aquello no podía estar pasando.

Tras unos segundos de shock, salió de sus pensamientos y miró a su amigo de reojo, pero estaba demasiado ocupado analizando a sus compañeros. Perfecto.

Soltó un suspiro de alivio al darse cuenta de que Heizou no se había percatado de cómo había mirado al chico de cabello azul. De haber sido lo contrario, ya se estaría metiendo con él. Por mucho que Kazuha lo quisiera con todo su corazón, a veces llegaba a sacarlo de sus casillas.

Mientras miraba por la ventana, el peliblanco volvió a adentrarse en su propio mundo, perdiéndose en los recuerdos de unos días atrás, cuando todavía no habían bajado del barco.

Efectivamente, el misterioso muchacho que había visto llorando en plena noche, ahora se encontraba delante suyo, en la misma clase a la que iba a asistir durante un año entero.

No sabía exactamente cómo se sentía por ello. Quizás le alegraba tenerlo cerca y saber que podría hablarle, pero también le preocupaban las bromas de Heizou. Si no le contaba que era el chico del barco, ¿acaso se metería con él? No lo creía.

Tal vez, si le hablaba poco a poco y se iban conociendo, el pelirrojo no sacaría comentarios fuera de contexto. Solo habría hecho un amigo más, no tenía porqué tratarse de algo extraño.

¿Dónde Estás? [Kazuscara/Scarakazu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora