"Qué desagradable"
Avanzaron por sus propios pasos, volviendo a la ciudad para reponer provisiones que rellenarían con más cantidad y reflexión, y se prepararon para emprender su viaje.
Lucienne se detuvo en un puesto de carne y gastó las pocas monedas que tenía para comprar un gran trozo de filete de vaca. Se lo envolvieron en una tela desgastada, la cual se usaba para llevarse las piezas a sus casas y devolverla después para su siguiente comprador, y la cargó entre sus manos. Lástima el vendedor que no vería de vuelta su tela.
A su vez, Rael llevó el morral mientras visitaba tiendas de ropa.
Necesitaba mudas para la chica, pues no se había molestado en traer nada de verano para cuando salieran de los helados páramos. También, una gabardina encapuchada para el onirio. Si querían pasar desapercibidos, las orejas y cola debían ser tapadas.
Se encontraron en la gran puerta, echando un último vistazo, y dejaron atrás los gélidos adoquines. Ella no pudo evitar mostrar una enorme sonrisa. Qué cerca estaba de empezar a rellenar su bestiario.
Sin embargo, antes de encontrarse con el onirio quien esperaba fuera de las murallas, preguntó:
—Rael —Él la miró—. ¿Hay algún motivo por el que me acompañes, a parte de Kal'ran?
Hubo un silencio de por medio. Ya le había preguntado en la caseta, pero no pareció recordarlo.
Volvió a hablar:
—Tu decisión ha sido muy repentina, a decir verdad.
Los ojos del hombre se incrustaron en el suelo, viendo sus pisadas avanzar con zancadas ligeramente más largas que las de ella, y decidió responder diferente a... esa noche.
—A decir verdad, tenía ganas de salir un tiempo de la ciudad. Ver el sol y alejarme de las nubes grises que opacan esta zona.
Ella miró hacia el cielo, concentrada.
—¿Tanto cansa este tipo de ambiente?
—Algo.
—¿Y desde cuándo tenías pensado irte?
—Mmm... —Quedó pensativo—. Varios años, quizás.
La chica se detuvo.
—¡¿Años?! ¿Y por qué no has salido hasta entonces?
Él rio, deteniéndose con ella y expresando un bello rostro sonriente.
—Esperaba el momento adecuado.
—¿El momento adecuado? —expresó confusa.
—Ser testigo de cómo empieza a cambiar el mundo, por pequeño que sea, es fascinante —Lucienne parpadeó—. Creo que es un buen momento para avanzar, ahora que has aparecido.
Los brazos de la chica sujetaron con fuerza el trozo de carne. Vaya bochorno había sentido.
—Si se mira desde ese punto de vista... —Siguió andando—, sí que lo es. Aunque si me pongo a pensar que seré yo la que lo intente, me cuesta verlo de la misma forma. No es que sea nadie especial ni tenga valentía para ello. Simplemente quise aventurarme sabiendo lo peligroso que sería, pero no siendo consciente de a lo que me exponía.
Rael alzó las cejas. Era bastante sincera con su meta.
—Cualquier cosa que logres por mínima que sea es un paso para un gran cambio. —La siguió mientras hablaba—. Muchos ni siquiera lo intentan. Deberías sentirte orgullosa.
Lucienne miró hacia él. Qué cálidas habían sido esas palabras.
—Gracias... —murmuró—. Eres más amable de lo que pensaba. Tras la barra parecías muy distance y seco.
ESTÁS LEYENDO
El Libro de las Bestias
FantasíaUn libro, un diario, una chica, y un sinfín de criaturas en un mundo imaginario. Una pluma, una curiosidad, y la valentía de aventurarse para rellenar su bestiario. Lucienne necesitará de un intérprete en su viaje para describir a las bestias y sus...