Tío Adam

Capítulo 3

Día del exterminó 1926

Adam había estado inusualmente callado todo el tiempo previo a la partida al infierno. Lute se preguntó: ¿lo sabía? ¿Esperaba lo que vendría después?

Que en el momento en que emergieran del infierno, frente a ellos estaría el mismo Diablo.

Lucifer Morningstar. Señor del orgullo, serafín caído, rey del infierno y poseedor de mil títulos horribles.

Estaba flotando allí, a escasos metros de ellos. Todos los exorcistas estaban nerviosos, pues su rostro era de piedra. Su mirada era de sospecha, pero fácilmente podía convertirse en furia protectora.

Sólo el Primer Hombre parecía imperturbable ante la presencia de Lucifer.

Adam miró detrás de Lucifer por un segundo y vio que Charlie también estaba allí. Parecía muy preocupada, sentada en la espalda de Dazzle con el cachorro Razzle en brazos para consolarlo.

—Lute, toma a los demás y empieza —ordenó Adam con neutralidad.

"Señor, ¿está seguro”?", preguntó Lute con sudor en la frente.

—SÍ. Ve, diviértete, patea traseros para mí —Adam le hizo un gesto con la mano con calma.

Lucifer no habló ni apartó la mirada mientras los exorcistas se dispersaban por Ciudad Pentagrama. Sin embargo, fue lento, era obvio que estaban distraídos, sabiendo que estos dos estaban en el mismo lugar.

Adán dio el primer movimiento mientras volaba hacia adelante a un ritmo constante.

Lucifer se sorprendió mucho cuando Adam pasó casualmente a su lado, deteniéndose justo detrás del Diablo mientras miraba a la princesa. "¡Oye, yo-!"

—Razz, pareces más pateable que nunca —le dijo Adam, ignorando a Lucifer, que parpadeó sorprendido. Dazzle le lanzó un saludo a Adam, que puso los ojos en blanco. —Sí, hola, Dazz.

—Hola, Adam —saludó Charlie con un gesto incómodo, mirando alternativamente al ángel y a su padre.

—Oh, estás despierto —dijo Adam con una sonrisa burlona—. Estabas tan callado que pensé que estabas durmiendo la siesta, Hellflake.

—¡¿H-Hellflake?! ¿Cómo la acabas de llamar? — preguntó Lucifer con incredulidad.

Adam seguía sin responder. "Vamos, será mejor que te llevemos a casa".

"¿Eh?" Charlie parpadeó mientras Adam comenzaba a volar. Antes de que pudiera responder, Dazzle ya había comenzado a volar detrás de Adam.

Lucifer no podía creerlo y Charlie miraba a Adam y a su padre, muy confundido por la falta de comunicación. Antes de que llegaran demasiado lejos, Lucifer se lanzó hacia adelante y voló justo por encima de ellos. "¡Oye! ¡Estoy tratando de hablar contigo!"

Adam simplemente tarareó una melodía para sí mismo, en voz alta.

"¿Qué eres, un niño pequeño?”, preguntó Lucifer con el ceño fruncido.

—¿Adán...? —habló Charlie, abrazando fuerte a Razzle.

—Sí, ¿qué pasa, Hellflake? —respondió Adam con naturalidad, mirándola.

La ceja de Lucifer empezó a temblar.

"Puedes oírlo, ¿verdad”?", preguntó con incertidumbre, mirando a su padre.

—¿Quién? —preguntó Adam, mirando a Lucifer, que estaba muy molesto. —Oh, por supuesto que no oigo nada, Hellflake —dijo, mirando hacia delante de nuevo.