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— Los rebeldes.
No había podido concentrarse en sus clases, su mente estaba concentrada en lo que había ocurrido una hora atrás. Necesitaba ir a su casa y hablar con sus padres, saber porque nunca le dijeron que había más gente de Xadia en la Tierra, pero estaba segura que tenían una buena razón.
Sus amigas la miraban preocupadas, las tres sabían que algo le estaba pasando a la chica pero estaban seguras que Rayla no se los diría, algo que las preocupaban más. Habían empezado a notar que algo raro ocurría cuando la vieron llegar con unas vendas en su cuerpo, supuestamente se había caído y lastimado, pero ninguna le creyó. Y también estaba que últimamente les cancelaba o se negaba a salir con ellas, algo muy raro.
Y ahora la veían distraída, ni siquiera había abierto su cuaderno.
Una vez las clases finalizaron, las tres jóvenes estaban dispuestas a acorralar a su amiga y preguntarle que estaba pasando, pero Rayla fue más rápida y abandonó la academia sin despedirse de nadie.
Astrid decidió entonces ir en busca de su novio y Callum, alguno debería de saber que estaba ocurriendo.
— Hola my lady...— el castaño le dio un pequeño beso a la rubia.
— Hola amor... Callum, ¿Puedo hacerte una pregunta? — cuestiono la joven.
— Si, ¿Qué pasa? — se acercó a ellos una vez cerró su casillero.
— ¿Sabes si algo le está pasando a Rayla? — vio a Hiccup y Callum mirarse entre ellos.
— No, ¿Por qué preguntas? — la chica no le había dicho nada, aunque si la noto algo rara.
— Hoy salió de la clase porque se sentía mal... cuando volvió estuvo distraída todo el tiempo — se cruzó de brazos — además, hace unas semanas llegó con vendas en sus brazos y piernas... — aquello la había preocupado mucho.
— Dijo que se había caído..— el castaño no entendía nada.
— ¿Tu le creíste? — miró al chico.
— Astrid, ¿Crees que haya mentido sobre eso? — preguntó manteniendo su mirada fija en su novia.
— Si, se que algo le está pasando...— su instinto se lo decía.
— Mira, mañana le preguntaré luego de clases que está pasando...— miro a sus amigos, estos asintieron.
— Por favor, nos tiene muy preocupadas...— su amiga ya no era misma.
