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— El temor de un padre.
Ambos padres miraban atentos a Lujanne, esta estaba tratando la herida de la menor y verificando que todo estuviera bien. Habían notado las pequeñas estrellas de sus brazos, las mismas que aquel elfo tenía.
Ethari caminaba de aquí para allá, esperando a que Lujanne digiera un simple, "ella está bien", para poder calmarse. Runaan por su lado, estaba sentado manteniendo sus puños apretados, mirando atentamente cada movimiento de la elfo de la luna.
— Pueden estar tranquilos... las estrellas en sus brazos no son culpa de Aaravos...— arropó a la joven.
— ¿A qué te refieres? — cuestionó Ethari, sentándose junto a su esposo.
— Utilizo magia... — no podía evitar sentirse feliz, al fin Rayla despertaba su magia.
— Pero esas estrellas son solo de los elfos de estrella... — murmuró Runaan.
— Vean la marca en su pecho...— una luna con una estrella en su punta.
— ¿Me estás diciendo que ella puede utilizar magia estalar a parte de la lunar? — Ethari no podía creerse aquello.
— Es algo que ocurriría... "la princesa obtendrá el poder de una estrella caída" — recordó parte de la profecía.
— Si ella pudo hacer magia...Aaravos podrá encontrarla, en especial si ella utiliza magia estelar...— el albino tomó la mano de su hija.
— A partir de hoy habrá que tener mucho cuidado... — miro una última vez a ambos hombres antes de salir de la habitación.
— Cada vez se acerca más ese día...— susurró Runaan.
— Es inevitable... — tomó la mano de su esposo, ambos tenían miedo.
— Dejemos que descanse...— beso la frente de la joven, antes de salir de aquella habitación.
Paso frente a aquel cuadro, el único cuadro que tenía con Tiadrin y Lain, su mente no pudo evitar viajar catorce años atrás, recordando la última vez que vio a sus amigos, la vez que huyeron de Xadia.
Era doloroso recordar ese día, recordar como dejaron a Rayla en sus manos, aceptando él echo de que morirían en unos minutos.
Ambos se habían prometido protegerla de todo, nunca dejar que nada apagara su sonrisa. Mentiría si dijera que no estaba aterrado, su hija debía enfrentarse contra un ser que podría matarla.
