Capitulo 6.

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— No se puede huir del destino

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— No se puede huir del destino.

Seguía acostada en su cama, sintiendo su cuerpo débil. Cerró sus ojos y recordó a esa niña, él como sus propias manos se llenaron de pequeñas estrellas y luego el corazón de plata. Había leído sobre él en un libro de su padre, este solo podía ser invocado por la reina de la luna, otra cosa que le afirmaba quién era ella en Xadia.

Ibis le había dicho que era normal que se sintiera así, para ser la primera vez que utiliza la magia, hizo un hechizo poderoso. Así que por unos días debía permanecer en cama y bueno, los miembros de la revolución empezaron a buscar rastros de cualquier criatura oscura que pudieran encontrar.

Todo para lograr protegerla.

— Te traje té y unas galletas — entró en el cuarto de la joven, dejó la bandeja sobre la mesa de luz y la ayudó a sentarse.

— Gracias Ibis...— tomó con cuidado la taza del té, estaba caliente.

— ¿Qué tiene tu mente tan distraída? — cuestionó, en él poco tiempo que la había conocido, logró distinguir cuando la joven tenía un remolino de pensamientos.

— Voy a hacer honesta...— llevó su mechón detrás de su oreja — tengo miedo de que esto empeore, de que más gente termine lastimada por mi culpa...— miró él contenido de la taza.

— Princesa, entiendo tu preocupación... es difícil saber que esas bestias pueden atacar en cualquier momento — tomó con delicadeza una de sus manos — pero nosotros ya nos estamos encargando de eliminarlas, de evitar que este mundo sufra lo que Xadia sufrió — le mostró una pequeña sonrisa.

— Ibis... no me siento fuerte, siento que no voy a lograr ser quien debo — miró fijamente al chico — se que mi destino fue escrito desde antes de nacer, que no puedo huir de él... pero a veces desearía ser humana...— había soñado tantas veces con eso, pero nunca lo sería.

Quizás en la Tierra no se viera, pero su verdadera forma era la de un elfo. Solo que sus cuernos, sus orejas puntiagudas y las marcas en su piel, estaban ocultas debido a la magia.

Se hizo a un costado, permitiendo que Ibis se acomodara a su costado y le abrazara. Por alguna razón, se acurrucó en aquel abrazo.

— Tienes diesiocho años, toda tu vida tuviste un enorme peso sobre tus hombros... no es fácil saber que todo un mundo espera por ti — apoyó su cabeza sobre la ajena— quizás te sientas presionada y no te juzgo, cualquiera en tu lugar se sentiría igual princesa...— claro que la entendía, no era lindo estar toda tu vida persiguiéndote con tu deber.

— Yo... temo el decepcionar a todos, él no lograr salvarlos — confesó, quizás ese era su mayor miedo.

— No vas a estar sola en esa pelea... te prometo estar a tu lado, pero necesito que confíes en ti, que te sientas capaz de lograr ganarle a Aaravos — acaricio con cuidado su cabello.

— Lo intentaré...— no iba a prometer nada, porque ni ella se sentía capaz.

— Cariño...— entró en la habitación, llevándose una gran sorpresa al ver a ambos jóvenes así.

No pudo evitar hacer una mueca.

— ¿Qué pasa papá? — cuestionó mientras se separaba de Ibis.

— Tus amigas vinieron a verte... junto a Callum — murmuró, fulminando con mirada al chico.

— Iré a prepararles algo de té...— se alejó rápidamente de la joven, huyendo de la aterradora mirada del asesino pródigo de la luna.

— Crei que tú y Callum salían...— murmuró, claro que su amado esposo le había contado aquello.

— Si, pero Ibis es un gran apoyo...— hizo un leve puchero.

— Nena! ¿Cómo estás? — la voz de Astrid los distrajo a ambos.

— Nos tenías muy preocupadas cariño! — Heather no tardó en abrazarla.

— Estoy bien... solo estoy cansada, nada grave — dejó la taza sobre la mesita de luz y correspondió al abrazo de su amiga.

— Me alegro que no te hayan lastimado de gravedad — se sentó del lado contrario a Heather, dejando un beso sobre la coronilla de la albina.

— Estoy bien Callum, es solo un pequeño corte...— soltó una leve risa, quizás sus amigas creyeron que era más grave.

— Aún así! Te desmayaste Rayla, ¿Qué ocurrió ahí? — aún recordaba la imagen de su amiga, su vestido y cabellos mojados y su brazo sangrando.

— Distraje al tipo para que Astrid sacara a la niña de ahí, llegó a hacerme un pequeño corte, pero salí corriendo y caí en un lago... me escondí ahí hasta que lo perdí — estaba mintiendo claramente, pero sus amigas estaban tan preocupadas por ella que no lo notarían.

— Fuiste muy valiente Rayla — miró a su amiga con admiración, volvió a abrazar a su gemela quien seguía nerviosa.

— Bueno... eres un héroe — le susurró Callum, haciéndola reír.

— No exageren... hice lo que debía hacer — apoyó su cabeza sobre el hombro de Callum — ¿Cómo estaba la niña? — cuestionó.

— Antes de que Ethari nos llevara a nuestras casas, la mamá de la pequeña la comenzó a buscar a los gritos... por suerte no estaban muy lejos así que la llevamos con ella — relató Brutilda, aún no entendía cómo esa pequeña se había perdido en pleno bosque.

— Es bueno saberlo, se veía muy asustada...— como para no estarlo.

— Les traje té — entró en la habitación junto a Ethari, entre los dos trajeron las tazas.

— Gracias — le sonrió a ambos.

Ethari había notado los nervios a flor de piel que tenían los jóvenes, le alegraba saber que su hija tenía personas que se preocupaban por ella, pero aún así decidió hacer un té que pudiera relajar a todos. Incluido a su esposo, por alguna razón, Runaan tenía una mueca en su rostro y no le decía aún él porque.

Aunque apostaba a que se trataba de los famosos celos de padre.

— Heather, ¿Podrías pasarle lo que den esta semana?... — cuestionó mientras miraba a la joven.

— La doctora recomendó que descansara, ya sabes... te deja con los nervios al tope un ataque así — continuó Ibis.

— Claro, le pasaré todos los apuntes y demás para que no pierda el hilo del curso — la azabache simplemente asintió.

— Le diré a los profesores que estás con reposo — la rubia le sonrió, no les diría todo, solo que debía hacer reposo.

— Se los agradezco — ella sabía que esa semana, a demás de descansar, iba a intensificar su entrenamiento.

— Se los agradezco — ella sabía que esa semana, a demás de descansar, iba a intensificar su entrenamiento

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The guardian of MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora