Capitulo 9.

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— Hola, mago

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— Hola, mago.

Esa mañana cuando se levantó, en lo primero que pensó era en cómo haría para disimular su larga cabellera, la cual sería demasiado notoria. En un abrir y cerrar de ojos su cabello pasó a estar por debajo de sus hombros... a la altura de sus rodillas.

Maldijo internamente el tener que ir a clases, había aprovechado el fin de semana para dos cosas, aprender a dominar sus alas y en escribir cada hechizo.

— Hija, vas a llegar tarde — le gritó Runaan desde abajo.

— Ya voy! — se acomodó rápidamente su uniforme y verificó que todo estuviera bien, una vez lista, simplemente se calzó y salió de su habitación.

— Te preparé él desayuno para llevar...— le extendió el pequeño tapper con la comida.

— Lo siento mamá, me quedé dormida — guardo el objeto en su bolso.

— Lo sabemos cielo, anda... vete o no llegarás a la primera clase..— depositó un beso sobre su frente.

— Los amo! — les dio un beso en la mejilla a cada uno antes de salir de su hogar.

Rayla siempre amaría dormir más que otra cosa en este mundo.

Por suerte vivía cerca de la academia, aunque se sintió un tanto incómoda al notar varias miradas sobre ella. Sus compañeros de clase miraban su cabellera y algunos empezaron a hablar sobre esta, por eso odiaba no llegar temprano, porque la mayoría dejaba sus cosas en sus salones y salían al patio a esperar la hora.

Claro que ella se encerraba en el salón.

Camino hasta su casillero, al abrirlo notó una rosa blanca en él y una pequeña notita. Nunca entendía como Callum lograba abrir su casillero, agarró la botella de agua que tenía en este y la colocó ahí, cerró con cuidado el casillero y fue en busca de su, aún no, pareja.

— Dios mío...— Brutacio fue el primero en verla, causando que sus amigos dirigieran su mirada hacia ella.

— Hola chicos...— les saludo con una sonrisa.

— Rayla, tu cabello está hermoso — le halagó Hiccup, su amiga lucia mejor con su cabello así.

— Realmente luces hermosa... tanto que incluso brillas — llevo una de sus manos hasta la cabellera de la joven, jugando con uno de sus mechones.

— Creo que rivalizó con tu rosa...— le susurró en broma mientras tomaba la bufanda del joven.

— My lady, no hay nada en esta tierra que logre rivalizar con tu belleza...— dirigió su mano hacia su mejilla.

The guardian of MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora