Capitulo 13.

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— Un sueño real

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— Un sueño real.

Caminaba por aquel lugar sumido en oscuridad, no había ninguna fuente de Luz y le costaba siquiera ver por donde estaba caminando. Aún así, siguió caminando a ciegas y guiándose simplemente por aquella voz.

"Ven pequeña Luna".

No sabía a quien pertenecía aquella voz, pero era eso o caminar sin un rumbo en la oscuridad. Continuo caminado hasta que llegó a un lugar repleto de espejos, cuando pudo acostumbrarse a la luz que provenía de estos, notó su apariencia, estaba transformada.

Sus brillantes alas seguían reduciendo como si de una joya se tratase, el collar de su cuello brillaba con intensidad y sobre su cabeza estaba la corona que una vez perteneció a su madre. Tocó con sus en guantadas manos su reflejo, este rápidamente comenzó a distorsionarse y dejo un sabor amargo en su boca.

Seguía luciendo como un Hada, pero ahora la sangre manchaba sus prendas y sus alas. Aquella daga que había atravesado su abdomen hacia clavada en esta y su maquillaje estaba corrido debido a sus lágrimas. Alguien estaba jugando con su mente.

— Si tú madre te viera...— aquella voz comenzó a acercarse a ella— se sentiría tan orgullosa de verte como una hermosa hada... y a mi me encantaría arrancar tus alas — sonrió con cinismo.

— ¿Quien eres? — miró a ese hombre, nunca le había visto pero su instinto le pedía estar alerta.

— Tu sabes bien quien soy... soy aquel que acabó con todo lo que amabas...— se acercó a ella con pasos seguros, caminando a su aldrededor.

— Aaravos...

— Muy bien! Si sabes mi nombre...— rio con arrogancia.

— ¿Dónde están los reyes dragones? — cuestionó, era consciente de que estaban vivos.

— Mira detrás de ti...— canturreó.

Rayla miró uno de los espejos y ahí los vio, estaban vivos realmente. Quienes una vez reinaron los cielos y guiaron a su gente con amabilidad, yacían ahora encadenados y encerrados en una prisión, junto a su heredero. Volvió a mirar a Aaravos, quien ahora estaba frente a frente con ella.

— No soy tan malo... — hizo una mueca de tristeza fingida.

— ¿Crees que Leola pensaría igual? — la expresión del gran elfo cambio.

— Tu no sabes nada sobre mi pequeña...— tomó uno de los largos mechones blancos de la hada.

— Se que te la arrebataron injustamente, que le quitaron la vida por un error... — alejó la mano del elfo de su cabellera — ese elfo malinterpreto todo... tú serías la perdición si te la arrebataban....— se elevó con sus alas, logrando estar ahora a la misma altura que el elfo.

— Ahora intentarás hacerme cambiar de opinión... que tierna — rio a pesar de tener su ceño fruncido.

— Nadie que asesino a tanta gente inocente podrá cambiar.... y tu hija lo sabe — extendió sus brazos, a pesar de tener sus guantes transparentes en ellos, se lograban ver las estrellas que ahora poseía en estos.

— ¿Cómo es posible? — en la profecía no decía nada de que ella conseguiría esa magia.

— Tu hija... una niña que amaba el mundo que estás destruyendo me lo otorgó, yo seré tu final Aaravos y ella me dio su magia para hacerlo — ante sus palabras, logró ver como el rostro de su enemigo se deformaba.

— Imposible, ella nunca haría eso! — su pequeña no lo traicionaría.

— Ellos le arrebataron su futuro a sangre fría, pero tú te cegaste y decidiste ignorar su último deseo...— se elevó más con sus alas, mirando desde la altura a Aaravos — seré yo quien cumple con su deseo, así como seré yo quien hará pagar a los responsables de su muerte... aquellos a los que tú torturas — había visto tantas cosas cuando entró en aquel mar, todo lo que Krystalis le mostró le había asustado pero también le había dado valentía.

— Te mataré! A ti y a todos los que osen desafiarme! — grito enfurecido, esa niña no lograría hacerle ni un rasguño.

— Estaré esperando el día de nuestro enfrentamiento, estaré esperando el acabar contigo — cerró sus ojos y al abrirlos, estaba Aaravos ya no estaba.

Desendio hasta que sus pies tocaron el suelo, volvió a voltear para ver su reflejo en el espejo y este ahora era distinto. Seguía teniendo sus alas, pero ahora portaba un vestido blanco y tenía una sonrisa en su rostro, tras de ellas había un dragón que representaba a la luna en su esplendor.

— Debes despertar...— la albina volteó rápidamente para poder ver a Leola— es hora de que despiertes de verdad princesa...— la pequeña se acercó hasta ella.

— ¿A qué te refieres? — cuestionó una vez logró tomar las manos de la joven.

— Ya viste tu reflejo, ese es tu futuro... pero debes despertar aquello que está dormido en ti...— mostró una sonrisa amable.

— Lo haré Leola, salvaré a mi gente...— le devolvió la sonrisa.

— Estoy orgullosa de ti Rayla, mi magia está en buenas manos contigo...— abrazo a la mayor, ella había deseado el poder crecer y disfrutar de su vida, disfrutar de ser un hada junto a Rayla — Luces hermosa..

— Prometo que cumpliré tu deseo, mi querida Leola — correspondió al abrazo.

Todo se comenzó a tornar blanco, el cuerpo de Leola comenzaba a esfumarse entre sus manos y una lágrima no pudo evitar caer por su mejilla. Cerró sus ojos, alguien la estaba llamando y era hora de despertar.

Se despertó agitada, estaba aún en el hospital y sus padres la habían estado llamando. Un pequeño jadeo de dolor salió de sus labios, se había sentado tan de golpe que su herida dolió, se maldijo a sí misma mientras se acomodaba mejor sobre la camilla, para luego ser abrazada por su padre.

— Menos mal que despiertas, no le íbamos a poder explicar a tu doctor eso — señaló el pecho de su hija, el corazón de plata había estado flotando sobre ella desde que se había dormido.

— Tuve un sueño muy extraño...— murmuró mientras se acurrucaba entre los brazos de Ethari.

— ¿Qué soñaste mi niña?

— Vi a Aaravos, hablé con él... — había sido muy extraño todo.

— Eso solo significa que la guerra se avecina...— se sentó junto a sus amores, tomando la mano de su hija.

— Y estaré lista para afrontarlo.

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⏰ Última actualización: Oct 17 ⏰

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