Six

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Sentí un rayo de sol filtrarse por la ventana, un recordatorio de que el día ya había comenzado. Me quedé unos segundos más en la cama, intentando ignorar a Enid, quien aún dormía en la suya, respirando de manera tan tranquila que por un instante me sentí tentada a observarla más tiempo. Pero no podía permitirme ese lujo. Me levanté y me preparé para enfrentar el día.

El desayuno transcurrió sin incidentes, rodeada de la habitual compañía de Tyler, Bianca y algunos otros. La conversación era ligera, una mezcla de bromas y comentarios casuales que llenaban el aire con una calidez que apenas percibía.

—Wednesday, ¿algún día te he dicho que eres hermosa?— preguntó Tyler de repente, con una sonrisa coqueta que jugaba en sus labios.

—No lo creo— respondí, llevándome un bocado de comida a la boca con un gesto casual—. ¿Me ves hermosa?

Su sonrisa se amplió mientras el resto reía de manera amistosa. Tyler siempre encontraba una excusa para coquetear, y aunque normalmente lo ignoraba, hoy decidí jugar un poco. Después de todo, su atención era un escape fácil de los pensamientos que me rondaban la cabeza. Sin embargo, mientras intercambiaba comentarios ligeros con él, sentí una mirada intensa sobre mí, una que parecía atravesar cada capa de mi ser.

Miré a mi alrededor y, finalmente, encontré la fuente de esa mirada. Enid estaba sentada en otra mesa, rodeada de sus amigos, pero sus ojos estaban fijos en mí. Había algo en su expresión que no podía descifrar del todo. Un destello de deseo, tal vez, pero también una barrera, algo que la contenía, que no le permitía admitir lo que realmente sentía. O tal vez era solo mi imaginación. Aparté la vista, y ella hizo lo mismo, pero no pude ignorar la sensación de incomodidad que se asentó en mi pecho.

Durante el resto del día, no importaba a dónde fuera, Enid siempre estaba allí. Al principio, su mirada parecía cargada de ese deseo reprimido, luego, de una creciente frustración, y finalmente, de algo que se parecía al enojo. Algo raro estaba sucediendo, y aunque intentaba mantener mi habitual despreocupación, no podía negar que me afectaba.

Todo se volvió más claro durante la clase de botánica. Sentí mi teléfono vibrar en el bolsillo y, al abrirlo, vi los mensajes de Enid.

Enid: Vuélvete a acercar a Tyler y verás las consecuencias.

Me atraganté ligeramente con mi propia saliva, mi corazón dio un vuelco mientras buscaba a Enid en la clase, pero no estaba allí. Una parte de mí se sintió alarmada, pero la otra... la otra estaba intrigada, emocionada incluso. ¿Enid, celosa? ¿Y ahora me estaba amenazando? No podía evitar sonreír. Enid, la dulce, tierna, y aparentemente inofensiva Enid, parecía estar mostrando un lado que nunca antes había visto.

Decidí ponerla a prueba. En la siguiente clase, me aseguré de sentarme con Tyler, justo delante de donde normalmente se sentaba Enid. No sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero podía sentir su mirada clavada en mí, como una advertencia silenciosa. Tyler y yo reíamos, y cada vez que podía, hacía un pequeño gesto de contacto físico, apenas tocando su brazo o su mano, solo para ver hasta dónde podía llegar con Enid. Era un juego peligroso, pero no podía resistir la tentación de ver cómo reaccionaría.

Cuando la clase terminó, una sonrisa triunfante se dibujó en mi rostro. No había sido nada fácil, pero parecía que Enid no haría nada. Me levanté lentamente, disfrutando de la pequeña victoria, y me dirigí al baño, caminando con una calma casi arrogante mientras tarareaba una melodía. Estaba convencida de que todo esto no era más que una provocación inofensiva. Pero mientras caminaba por el pasillo, la sensación de que algo inminente estaba a punto de suceder se hizo cada vez más fuerte. Y aunque no lo admitiera en voz alta, no podía esperar para descubrir qué sería.

Apenas crucé el umbral del baño, la puerta detrás de mí se cerró de golpe, el sonido resonó en el pequeño espacio, haciéndome saltar. Me voltee de inmediato, mi corazón latiendo desbocado. Allí estaba Enid, con los brazos cruzados y una expresión que jamás había visto en su rostro. Había una mezcla de determinación y algo más oscuro en su mirada, algo que hacía que el aire en la habitación se volviera denso, casi irrespirable.

Lentamente, comenzó a avanzar hacia mí, obligándome a retroceder hasta que mi espalda chocó contra la pared fría. No había escape posible. Sentía su presencia como un fuego ardiente, quemándome con cada paso que daba. Mis manos buscaron apoyo en la pared, tratando de mantener algún tipo de control, aunque sabía que era en vano.

-Te dije que te alejaras de Tyler, ¿no es así? Su voz era un susurro peligroso, cargado de una amenaza implícita que hizo que todo mi cuerpo se tensara.

-¿Enid? Mi voz apenas fue un susurro, llena de una mezcla de miedo y desconcierto, mientras trataba de procesar lo que estaba sucediendo. Pero antes de que pudiera articular otro pensamiento, ella se abalanzó sobre mí, sus labios encontrando los míos con una intensidad abrumadora. La furia y el deseo se entrelazaban en su beso, haciéndome perder el equilibrio, tanto física como emocionalmente. Sus manos firmes agarraron mi rostro, impidiéndome cualquier escape, mientras yo intentaba resistirme, aunque solo fuera por un momento.

Pero Enid no me permitió alejarme. Sus manos, que parecían tan suaves en otros momentos, ahora eran implacables mientras subían mis brazos por encima de mi cabeza, inmovilizándome con una fuerza inesperada. Nuestras lenguas se encontraron en una danza frenética, una lucha de poder en la que ambos corazones latían al unísono, alimentados por la urgencia del momento.

Antes de que pudiera siquiera comprender lo que estaba ocurriendo, me empujó hacia uno de los cubículos, cerrando la puerta detrás de nosotras con un movimiento rápido. Sus manos, ahora libres, se movieron con una decisión que no dejaba lugar a dudas, despojándome de mi ropa de la cintura para abajo. Cada movimiento suyo era preciso, calculado, mientras yo me quedaba paralizada, atrapada entre el asombro y el deseo.

Ella se llevó los dedos a la boca, lamiéndolos con una provocación que hizo que mi cuerpo se estremeciera. Luego, sin previo aviso, los introdujo bruscamente en mi interior, arrancándome un gemido que resonó en el pequeño cubículo. La sensación fue tan intensa, tan abrumadora, que todo lo demás se desvaneció. Enid movía sus dedos con una rapidez y un fervor que me hacía perder la cabeza, mientras con la otra mano intentaba silenciarme, tapando mi boca para que nadie más nos oyera.

Mi cuerpo reaccionaba de manera instintiva, arqueándose hacia ella, buscando más, necesitando más. Mis gemidos, aunque sofocados, se hacían más frecuentes, más desesperados, mientras sentía cómo me acercaba rápidamente al borde del abismo.

-¡Oh, Dios!- jadeé, cuando finalmente llegué al clímax, mi cuerpo convulsionando con una serie de escalofríos que recorrieron cada centímetro de mi piel. Sentí el control desvanecerse por completo mientras me derrumbaba, temblando y agitada, en sus brazos.

Enid, satisfecha y con una sonrisa de triunfo en sus labios, se apartó, su mirada fría y calculadora mientras salía del cubículo. Se lavó las manos con una calma desconcertante, como si todo lo que acababa de ocurrir fuera algo trivial.

-Te lo dije, Wednesday- fue lo último que dijo antes de marcharse, dejándome allí, sola, tratando de juntar las piezas de lo que acababa de suceder.

Me apresuré a vestirme, mi mente aún enredada en la confusión y el asombro. Salí del baño con pasos vacilantes, intentando aparentar normalidad ante la gente que se cruzaba en mi camino, aunque por dentro todo seguía siendo un torbellino. Lo que Enid había hecho, lo que acababa de pasar entre nosotras... era algo que jamás habría imaginado. Y ahora, no podía dejar de preguntarme qué significaba todo aquello y cómo iba a enfrentarla de nuevo.

Don't go away Donde viven las historias. Descúbrelo ahora