Cuando sus dedos comenzaron a deslizarse por mi chaqueta, noté la suavidad en sus gestos, el cuidado con el que desabrochaba cada botón, casi como si temiera romper el frágil hilo de intimidad que nos envolvía. Mi corazón latía tan rápido que podía sentirlo en mis oídos, pero justo en el momento en que su mano se deslizaba por mi hombro, algo dentro de mí se rompió.
Una oleada de pensamientos se estrelló contra mi mente, como un torrente que no podía controlar. Sin pensarlo, me aparté de Wednesday con un movimiento brusco, casi desesperado, mis ojos recorriendo su figura con una mezcla de confusión y culpa. La cercanía que tanto había deseado de repente se convirtió en un abismo que no sabía cómo cruzar.
-Wednesday...- murmuré, mi voz quebrándose en la oscuridad de la habitación. -Lo siento, no puedo... lo siento tanto-. Las palabras salieron atropelladas, cargadas de una tristeza que no podía ocultar, mientras retrocedía, poniendo más y más distancia entre nosotras.
Vi su rostro cambiar, su habitual máscara de indiferencia desmoronarse por un instante, dejando entrever la confusión y la herida que mis palabras le causaban. Sus ojos, siempre tan oscuros y enigmáticos, ahora brillaban con un matiz de tristeza que me rompió el corazón. Quería decir algo más, explicar lo que pasaba por mi mente, pero las palabras se atragantaban en mi garganta.
Me giré hacia mi cama, necesitando escapar de la intensidad del momento. Cada paso que daba parecía hundirme más en la culpa y el miedo. Me senté en el borde del colchón, sintiendo que las fuerzas me abandonaban, mientras Wednesday permanecía inmóvil en la esquina de la habitación. Su silueta se recortaba en la penumbra, solitaria y vulnerable, con los ojos que, a pesar de todo, no dejaban de mirarme.
Sentí su dolor como si fuera mío, una punzada profunda en el pecho. Había querido tanto ese momento, lo había soñado tantas veces, pero ahora que estaba aquí, me sentía atrapada por el peso de mis propios temores e inseguridades. No era que no la quisiera, no era que no deseara estar con ella, pero algo dentro de mí me impedía dar ese paso, algo que ni siquiera yo misma podía comprender.
Mientras me hundía en mis propios pensamientos, escuché un suspiro ahogado, y cuando levanté la vista, vi que los ojos de Wednesday brillaban con lágrimas que no se atrevía a dejar caer. En ese instante, sentí una culpa aún más grande por haberla hecho sentir así, por haberla herido de una manera que nunca había imaginado posible. Pero no podía moverme, no podía hacer nada más que sentarme allí, impotente, mientras ella permanecía en esa esquina, luchando contra sus propios demonios.
La habitación, que antes había sido testigo de nuestros secretos compartidos y de risas cómplices, ahora se sentía como una jaula, una prisión donde ambos estábamos atrapadas en nuestras propias inseguridades. Quería decirle que todo estaría bien, que encontraríamos una forma de superar esto, pero las palabras no llegaban, y todo lo que quedaba era el dolor silencioso que se extendía entre nosotras como un océano infinito.
POV de Wednesday
No entendía cómo había llegado a este punto, cómo me había permitido ser tan vulnerable, tan ingenua. A pesar de todo, a pesar de cada signo que me decía lo contrario, había permitido que mi corazón, tan cuidadosamente protegido, se abriera a Enid. Y ahora, ese mismo corazón parecía desgarrarse por dentro. ¿Cómo pude ser tan idiota?
Sabía que Enid nunca sentiría lo mismo por mí. A ella le gustaban los chicos, eso siempre había estado claro. ¿Qué me hacía pensar que yo, Wednesday Addams, podría ser la excepción? El dolor que sentía era como un puñal, una herida profunda que no dejaba de sangrar, y aun así, no podía moverme, no podía huir de esa habitación que de repente se había convertido en una prisión.
Me levanté rápidamente, sin mirar atrás, y me arrojé sobre mi cama. Las lágrimas, que tanto había luchado por contener, finalmente comenzaron a brotar, silenciosas pero implacables, empapando la almohada que apenas podía amortiguar mis sollozos. Me cubrí con las sábanas hasta la cabeza, como si eso pudiera alejarme del dolor, de la humillación, de la incomodidad que ahora colgaba en el aire como una niebla espesa.
Podía sentir su presencia en la habitación, tan cerca y, al mismo tiempo, infinitamente lejana. La misma presencia que antes me brindaba consuelo y una extraña sensación de calidez, ahora era una carga insoportable. ¿Cómo es posible que en cuestión de minutos todo haya cambiado tanto? Cada segundo que pasaba era una agonía, un recordatorio constante de lo que nunca podría tener.
La pregunta giraba en mi mente sin cesar: ¿era culpa suya o mía? No podía encontrar una respuesta, solo un torbellino de emociones que me arrollaba, confundiéndome más con cada pensamiento. Sentía como si mi corazón estuviera rompiéndose en mil pedazos, un dolor tan real y punzante que me obligaba a apretar los dientes para no gritar. ¿Cómo pude ser tan tonta? ¿Cómo pude, siquiera por un instante, pensar que Enid podría elegirme a mí?
El término "corazón roto" siempre me había parecido una metáfora absurda, una expresión trillada que la gente usaba para describir algo que no comprendían del todo. Pero ahora, mientras yacía allí, envuelta en la oscuridad y el silencio de la noche, entendía lo que significaba. Sentía cada fragmento de mi corazón desgarrado, como si fuera un cristal que se estrellaba contra el suelo, incapaz de ser reparado.
Quería gritar, liberar la rabia y la frustración que bullían en mi interior, pero no podía. Solo me quedaba el vacío, un vacío que consumía todo a su paso, dejando nada más que el eco de mi estupidez y el dolor abrumador de saber que, por un breve y cruel momento, había creído en algo imposible.
¡Deja tu voto para continuar con la historia!.♡

ESTÁS LEYENDO
Don't go away
Novela Juvenil"¿Me quiere o no me quiere?" Es la pregunta que todos, en algún momento, nos hacemos con el corazón en vilo. Pero, ¿y si te quiere, y a pesar de eso, no deja de herirte? ¿Dónde yace la culpa entonces? ¿Es suya por causar dolor, o es tuya por permiti...