Cada vez que intentaba alejarme de Enid, sentía que estaba en una batalla conmigo misma, una lucha interna entre lo que sabía que era lo mejor y lo que mi corazón deseaba. Sabía que debía distanciarme, que esta relación, o lo que fuera que tuviéramos, estaba dañándome. Pero cada vez que tomaba la decisión de apartarme, Enid hacía algo que me hacía replantearlo todo.
La primera vez que intenté alejarme, simplemente dejé de contestar sus mensajes, evitando cualquier contacto visual durante los días en clase. Pero entonces, una noche, justo cuando estaba a punto de dormirme, escuché un golpe suave en mi puerta. La abrí y ahí estaba ella, con los ojos llenos de lágrimas, diciendo que no podía soportar la idea de que yo la evitara, que me necesitaba a su lado. Su voz temblaba mientras me decía que yo era la única persona que realmente la entendía, y antes de darme cuenta, la estaba abrazando, consolándola, dejando que volviera a entrar en mi vida.
Luego hubo otra ocasión, cuando la vi nuevamente con Ajax. Me dolió más de lo que quería admitir, y decidí que había llegado el momento de dejarla atrás definitivamente. Pero justo cuando creí que había conseguido alejarme, Enid me envió un mensaje inesperado, diciendo que se sentía perdida sin mí, que no podía imaginar su vida sin mi presencia. Quedé atrapada otra vez, incapaz de negarle lo que me pedía, porque, en el fondo, quería creer que ella realmente me necesitaba.
Y entonces, la última vez que decidí que era suficiente, cuando vi que ella seguía volviendo a Ajax, a pesar de cómo él la trataba, sentí que mi corazón no podía soportar más. Me alejé nuevamente, corté todos los lazos que me unían a ella. Pero Enid no lo permitió. Llegó a mi puerta, desesperada, suplicando con los ojos, rogando con su silencio. No dijo nada, solo se quedó allí, esperando, confiando en que yo cedería, y lo hice. Porque, a pesar de todo, no podía ignorar la forma en que me miraba, la manera en que su presencia me ataba, incapaz de liberarme completamente.
Cada vez que intentaba alejarme, Enid encontraba la forma de arrastrarme de vuelta, de hacerme sentir que ella era la única que podía llenar el vacío que crecía dentro de mí. Y yo, tonta y débil, siempre caía en su juego, volviendo a ese ciclo interminable de dolor y deseo, incapaz de romper las cadenas que me ataban a ella.
Después de aquella última vez, me convencí de que había llegado al límite. La lucha interna me estaba destrozando, y me repetía que no podía seguir así, atada a una persona que no estaba dispuesta a decidirse. No era justo para mí, ni para lo que sentía. Decidí que no la vería más, que me enfocaría en mis estudios, en cualquier cosa que no fuera ella.
Los primeros días, logré mantener mi distancia. Evitaba los lugares donde sabía que estaría, me sumergía en mis libros, intentaba convencerme de que estaba mejor sin ella. Pero el destino tenía otros planes. Un día, mientras caminaba por el bosque, buscando un momento de paz, la vi. Estaba sentada en un claro, sola, con la cabeza gacha. Mi corazón se aceleró, pero me obligué a seguir adelante. Sin embargo, algo en su postura, en la soledad que emanaba de su figura, me detuvo.
Antes de que pudiera darme cuenta, mis pies me llevaron hacia ella. Enid levantó la cabeza cuando sintió mi presencia, y en sus ojos vi una mezcla de alivio y tristeza. "Wednesday, sabía que vendrías," dijo en voz baja, como si siempre hubiera esperado que yo la buscara, incluso cuando me esforzaba por no hacerlo.
Quería gritarle, preguntarle por qué hacía esto, por qué jugaba con mis sentimientos de esa manera. Pero en lugar de eso, me encontré sentada a su lado, en silencio, permitiendo que su proximidad rompiera una vez más mis barreras. "No quiero perderte," susurró, y esas palabras fueron suficientes para que todo mi autocontrol se desmoronara. Era tan contradictoria, tan confusa. Un día parecía que me necesitaba más que a nadie, y al siguiente, volvía a los brazos de Ajax como si yo no existiera.
Intenté hablar, decirle que no podía seguir así, que esto nos estaba destruyendo a ambas. Pero Enid, como siempre, encontró la manera de mantenerme cerca. Se giró hacia mí, tomó mi mano con una delicadeza que solo usaba conmigo y me dijo: "No sé qué haría sin ti, Wednesday. Cuando estoy con él... no es lo mismo. Me siento vacía, incompleta." Sus palabras eran como un veneno dulce, me daban esperanza y al mismo tiempo me recordaban lo frágil que era todo entre nosotras.
Ese fue otro momento en que me quedé, a pesar de que sabía que debía irme. Su confesión, su vulnerabilidad, me desarmaron. Me quedé porque quería creer que ella realmente me veía, que no era solo una sombra en su vida. Me quedé porque, a pesar del dolor, no podía soportar la idea de dejarla sola.
Y así continuó el ciclo. Cada vez que decidía alejarme, Enid encontraba la manera de traerme de vuelta. Si no eran palabras, era una mirada, un toque, una noche compartida en silencio. La veía con Ajax, veía cómo él la hería, y me dolía profundamente. Pero siempre que estaba a punto de romper el lazo, ella hacía algo, decía algo que me hacía quedarme.
Era como si supiera exactamente cómo mantenerme cerca, cómo manipular mis emociones sin siquiera intentarlo. Y yo, en mi debilidad, seguía atrapada en su red, incapaz de liberarme por completo. Sabía que debía ser fuerte, alejarme para siempre, pero cada vez que lo intentaba, cada vez que estaba a punto de salir de su vida, Enid me arrastraba de vuelta, y yo, como una marioneta, me dejaba guiar por sus hilos, siempre con la esperanza de que algún día, ella me elegiría a mí, y solo a mí.

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Don't go away
Jugendliteratur"¿Me quiere o no me quiere?" Es la pregunta que todos, en algún momento, nos hacemos con el corazón en vilo. Pero, ¿y si te quiere, y a pesar de eso, no deja de herirte? ¿Dónde yace la culpa entonces? ¿Es suya por causar dolor, o es tuya por permiti...