Me despertó con un beso.
—Me voy —dijo, en voz baja.
Me recobré en un segundo. Aún no estaba del todo despierta y, sin embargo, el día había transcurrido casi por completo. No quería que se marchara, pero sabía que no había nada que hacer. Y a mí también me tocaría volver pronto al trabajo y a la normalidad. De momento, el sueño había terminado.
Tenía una taza de café en la mano.
—Un último café en la cama —dijo—, para despertarte. ¿Había un destello especial en su mirada? ¿Hasta ella lo había notado? No, la verdad es que me estaba observando con una mirada de lo más inocente.
No entendía cómo Daniela podía estar tan despejada a aquellas horas de la mañana. Después de todo, yo había dormido tanto —o tan poco— como ella, pero estaba muerta. En cambio, ella tenía aspecto de haber pasado un relajante fin de semana en un balneario.
Me incorporé y le cogí la taza. Estaba sentada a los pies de la cama, pero en sus gestos no había ni el más mínimo erotismo.
—Jamás pensé que lamentaría marcharme, después de la forma en que me arrastraste hasta aquí.
—Oh, basta ya —dije, desviando la conversación. ¿Por qué tenía que torturarme de esa forma tan espantosa a primera hora de la mañana?
—No —dijo, con firmeza—. Ha sido maravilloso estar aquí contigo María José. —dijo, me gustaba mucho como sonaba mi nombre saliendo de su boca —Quiero que lo sepas.
Se comportaba como si aquello fuera una despedida definitiva.
¿Acaso era eso lo que estaba intentando decirme? Noté el miedo hasta en los huesos. La miré y traté de adivinar sus pensamientos.
En su rostro había una expresión sincera y amistosa, pero también había algo más que yo no acababa de entender. A lo mejor es que ella tampoco estaba del todo despierta. Extendí un brazo y apoyé mi mano sobre la suya.
—¿Me llamarás esta noche? —Quería estar completamente segura de que no tendría que ser yo quien la llamara, porque eso se parecería demasiado a su trabajo. Le eché un vistazo al despertador—. Estaré en casa a partir de las seis.
—No puedo antes de...
—0 cuando tengas un rato —la interrumpí. No quería saber cuánto tiempo estaría ocupada con otras mujeres. Al parecer, ya tenía unas cuantas visitas concertadas desde antes de sus «vacaciones». Desde luego, conocía muy bien el negocio. Serán las «fijas», me dije. No me iba a quedar otro remedio que acostumbrarme. Había sido yo quien la había perseguido, y ahora no podía responsabilizarla de mi aprensión. Le sonreí—. Estaré esperando.
—Sí —dijo, un poco dubitativa.
«Aquí hay algo raro», me dije.
—¿Qué pasa? —le pregunté directamente. Daniela negó con la cabeza.
—Nada, nada. Es que no quiero irme todavía.
—Pues quédate un rato —dije. Aún era pronto.
—Por desgracia, no es posible. Tengo que... —Se interrumpió, aunque yo ya había entendido de qué se trataba: tenía una cita a primera hora. Amor matinal. Y por la forma en que lo había dicho, parecía que aquel iba a ser un día de esos de diez clientas. De la mañana hasta la noche. Seguramente, cuando llegara la noche no podría ni tocarla de modo insinuante. «Bonita forma de empezar», me dije.
![](https://img.wattpad.com/cover/374641039-288-k72793.jpg)
ESTÁS LEYENDO
París
Fiksi PenggemarUn encuentro casual será el inicio de una intensa historia de amor... Una prostituta lesbiana se ve obligada a replantearse sus relaciones cuando conoce a una ejecutiva sensual y apasionada. Una historia que explora los límites del amor y del deseo...