A las ocho en punto del día siguiente, justo cuando me disponía a salir para ir a la oficina, sonó el teléfono. Me pareció muy raro que sonara a aquellas horas porque, por lo general, yo ya estaba trabajando. Lo cogí.
—¡Buenos días! —me dijo. Era evidente que Daniela estaba de buen humor. El masaje le había sentado bien, según parecía.
—Buenos días —farfullé. Desde luego, no nos parecíamos mucho a primera hora de la mañana.
—¡Oh! —bromeó alegremente—. ¿Aún no estás despierta? —La verdad es que parecía de muy buen humor.
—¿A estas horas? —Se echó a reír.
—Ya, ya me acuerdo. ¿Te apetece venir a tomar un café antes de ir a trabajar?
Me quedé prácticamente sin habla.
—Es que ya se me está haciendo tarde —objeté.
—Sí, ya lo sé —reconoció—. Pero... ¿no puedes hacerme un hueco? Sólo un ratito. —Su voz parecía apremiante. «¿Qué querrá?», me pregunté.
—Ok —accedí, aunque un poco contrariada—, pero sólo media hora... —Si hubiera estado del todo despierta, me habría encantado verla, pero en ese momento...
—Con eso me basta —dijo, complacida—. ¡Voy a poner la cafetera en marcha ahora mismo! —dijo, con una voz de lo más alegre, antes de colgar.
Me quedé con el auricular en la mano, preguntándome qué querría de mí, para qué querría verme durante media hora.
El paseo de cinco minutos desde mi casa a la suya no sirvió para despertarme. El aire fresco de la mañana me hacía cosquillas en la nariz y el sol brillaba con fuerza, pero no sirvió de nada: yo era el típico caso de «desfase de sueño». Hay muchas personas que sufren un desfase temporal o jet—lag tras un largo vuelo con cambios horarios: pues bien, a mí me sucedía lo mismo cada mañana y necesitaba por lo menos un par de horas, o un par de tazas de café, para recuperarme.
Llegué a su casa y llamé al timbre. Cuando Daniela me abrió la puerta, me fijé en que iba completamente vestida: en realidad, esperaba que me recibiera con su bata de seda, pero en lugar de eso levaba unos vaqueros y una camisa azul que la favorecían tanto, que hasta yo, a pesar de lo atontada que estaba por la mañana, me di cuenta.
Me arrastró al interior del apartamento sin decir una palabra, me abrazó y me besó. Me entró el vértigo de inmediato. A esas horas de la mañana y sin haber tomado café.
Dejó de besarme, aflojó un poco la presión de su abrazo y me miró directamente a los ojos.
—Sólo quería darte las gracias María José—me dijo, en un tono malicioso.
—¿Por qué? —«Pero si acabo de levantarme», pensé.
—Por lo de ayer —contestó ella con dulzura.
—Ah, por eso —dije, sin darle importancia. Todavía no estaba del todo despierta —. ¿Y no podías haber esperado hasta esta noche?
—Ya veo que por la mañana no sirves para nada. —Se echó a reír y me cogió de la mano—. Ven —me ordenó, mientras me conducía a la cocina—, el café está listo.
Me encaramé al taburete que había frente a la barra de la cocina.
Ella estaba atareada con la cafetera y, al mismo tiempo, tarareaba una cancioncilla popular. Después dejó frente a mí una taza de café y me observó en silencio. Me bebí el café y, poco a poco, empecé a despertarme.
![](https://img.wattpad.com/cover/374641039-288-k72793.jpg)
ESTÁS LEYENDO
París
ФанфикUn encuentro casual será el inicio de una intensa historia de amor... Una prostituta lesbiana se ve obligada a replantearse sus relaciones cuando conoce a una ejecutiva sensual y apasionada. Una historia que explora los límites del amor y del deseo...