Prólogo

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«Me di cuenta del efecto que me producía su magia,

y ni siquiera tuve la impresión de que lo estuviera haciendo a propósito.


Poseía un encanto natural y su exquisita educación sólo servía para realzarlo aún más.


También sabía, sin embargo, que era capaz de dejar ambas cosas a un lado si le apetecía.


Tal vez eso formara parte de su atractivo.»






Pd. Crucemos deditos porque no nos la bajen...

ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora