08

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Felix y Minho están en casa, pudo olerlos desde hace rato y es un trago amargo para su cuerpo al saber que su preocupación se ha disipado ahora que sabe que el pecoso está a salvo.

Ni siquiera debería preocuparse por él.

Aunque siempre lo ha hecho, por su sangre quería convencerse, pero ahora pareciera ser más que acertado que era porque ya conocía a Felix, y muy bien según sus recuerdos.

No tiene una idea clara de la relación que mantuvo con el pecoso rubio, porque el único recuerdo conciso que tiene es el de ellos en el lago y él besando a Felix.

Sin embargo, al cerrar los ojos puede ver el rostro lleno de pecas de aquel rubio, la sonrisa brillante y la emoción que emana ese pequeño cuerpo que llega a su memoria en pequeños golpes de realidad.

Como en ese momento en donde en su cabeza se reproduce otro recuerdo más. Felix encima suyo sonriendo mientras sus manos sujetan la estrecha cintura.

Abre los ojos asustado al sentir la extraña agitación en su pecho.

—¡Hyunjin! —El grito molesto de Minho lo hace sobresaltarse y caer de la cama tan patéticamente—. ¿Qué mierda haces ahí? —Pregunta el mayor al verlo en el suelo.

—Busco hormigas —suelta con ironía—. ¿Qué quieres?

—¡¿Qué te da el derecho de hablar sobre mi vida privada?!

Ah, así que era eso.

—Solo dije una verdad, estás casado.

—Y nadie lo sabía.

—Yo sí, Jeongin también, toda la maldita Orden y Transilvania.

—¡Ningún humano! —Es divertido ver a Minho frustrado—. El hablar de eso es ponerme en peligro a ti, a mí y sobretodo a Felix.

—Decirle a Felix que tienes pareja... o tenías, no es nada peligroso —dice sin importancia—. ¿O qué? ¿Querías hacer lo mismo que hiciste con Seungmin? ¿Una nueva víctima? ¿Qué diría tu amado esposo?

Minho se acerca de manera amenazante a su cuerpo y lo levanta de golpe azotándolo contra la pared que tiembla por la fuerza.

—Eres un maldito niño chiflado.

—Seungmin también lo era.

—¡No hables de él como si ya no estuviera vivo!

La mano del mayor toma su cuello, no hace el intento por quitarla, le gusta haber logrado sacar la parte monstruosa de Minho, porque eso es lo que son por más que el pelinegro no quiera aceptarlo.

—Contarle a Felix es exponernos —gruñe en voz baja—. Lo conozco desde niño y jamás le hablé de ninguna relación, entiende que el puto tiempo no tendría sentido para él.

—Lo conoces desde niño, ¿y jamás se dio cuenta de que nunca envejeciste en esos diez años? —La burla en su voz hace enojar más a Minho—. ¿Quién es más idiota entonces? ¿Tú o él?

El mayor lo empuja y se aleja, pueden escuchar a Felix caminar en el pasillo.

—Si Felix se entera de lo que somos y La Orden se entera de que Felix lo sabe, lo van a matar a él y a mí— dice en voz baja—. Así que cumple con la ley y se discreto.

Eso último lo hace reír, ¿cumplir con la ley? ¿Ser discreto? Que puta ironía.

—¿La ley? ¿La misma ley que estás rompiendo al convivir con humanos? ¿Al intentar ser uno? —Esto si lo molesta—. Eres el menos adecuado para hablar de leyes, Minho.

—Yo no...

—Tu ya rompiste muchas reglas.

Lo entendería si alguien como Jeongin o Christopher le dijeran esto, ¿pero Minho?

The orderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora