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Febrero 10

El sol se había ocultado hacía ya unas horas, y la noche se instalaba con una calma que contrastaba fuertemente con el torbellino de emociones que se agitaban en la mente de Riley. Se encontraba sentada en su habitación, mirando fijamente su teléfono, su mente una maraña de pensamientos confusos. Había estado "saliendo" con Valentina por poco más de un mes, pero aún no había recibido la pregunta que tanto esperaba, la que confirmaría lo que sus corazones ya sabían.

¿Por qué no me lo pide? —murmuró Riley, mientras repasaba cada uno de sus encuentros. Cada uno de esos momentos que habían compartido estaba lleno de risas, miradas y gestos que hablaban de un cariño que iba mucho más allá de una simple amistad.

Las noches en las que habían salido a caminar bajo las estrellas, los ratos en los que se habían quedado solas después de las prácticas de las FireHawks, los mensajes interminables que se enviaban hasta altas horas de la noche... Todo parecía perfecto, pero esa pregunta, la pregunta que marcaría la diferencia, no llegaba.

Riley suspiró, dejándose caer sobre su cama, mirando al techo como si pudiera encontrar en él alguna respuesta. Sus dedos jugueteaban con el borde de su teléfono, pero se detuvo justo antes de enviar un mensaje a Valentina. No quería parecer desesperada, aunque por dentro, la incertidumbre la estaba consumiendo.

Si no somos nada, ¿por qué me siento así? —se dijo en voz baja, tratando de ordenar sus pensamientos. Pero el nudo en su estómago se hacía más grande con cada segundo que pasaba sin recibir una señal clara de Valentina.

Mientras tanto, en el otro edificio, en la habitación de Lisha, Valentina estaba enfrentando un tipo diferente de tormento. Por primera vez en su vida, la chica que siempre tenía una respuesta para todo se encontraba completamente nerviosa. Caminaba de un lado a otro del cuarto, incapaz de quedarse quieta.

Val, ¿qué te pasa? —preguntó Lisha, sin poder evitar reírse un poco al ver a su amiga en ese estado.

No sé cómo hacerlo... —respondió Valentina, su voz cargada de frustración. Se detuvo frente al espejo, mirando su reflejo con una mezcla de desesperación y confusión—. ¡Nunca me había sentido así antes!

Lisha levantó una ceja, intrigada.

¿Qué cosa? —preguntó, aunque en el fondo ya tenía una idea.

Pedirle que sea mi novia —dijo Valentina finalmente, soltando un suspiro que parecía llevarse un peso de encima. Pero al mismo tiempo, ese alivio momentáneo fue reemplazado por una nueva oleada de ansiedad—. Sé que esto la está afectando, y no quiero que siga así. Pero... ¿y si la arruino?

Val, no puedes arruinarlo —dijo Lisha, tratando de calmarla—. Mira, a Riley le gustas. Eso es obvio. ¿Recuerdas cómo la viste en el baile? No podía quitarte los ojos de encima.

Sí, pero... —Valentina se dejó caer en la cama de Lisha, cubriéndose el rostro con las manos—. Esto es diferente. Esto es... serio.

Lisha se sentó a su lado, poniendo una mano en su hombro.

¿Cuándo te has preocupado tú por algo serio? —dijo Lisha, sonriendo para intentar tranquilizar a su amiga—. Siempre haces las cosas a tu manera y salen bien. Esto no va a ser diferente.

No es lo mismo. Con Riley, todo es... diferente. Me importa más de lo que he admitido, incluso a mí misma —rio Valentina nerviosamente.

Entonces díselo —Lisha la miró a los ojos, hablando con suavidad pero con firmeza—. Solo sé tú misma y dile lo que sientes. Te aseguro que eso es lo que ella está esperando.

Valentina asintió lentamente, como si estuviera procesando cada palabra.

Tienes razón... Pero, ¿cómo lo hago sin sonar... desesperada? —preguntó, mordiéndose el labio.

Rivales (Riley x Valentina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora