Capítulo 2: Lonche

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—Empaca todo Valen, que no se te olvide nada —le había dicho su padre mientras cerraba su maleta, Valentino aún tenía un pedazo de fresa en la boca.

—Dueno —dijo el pequeño masticando la comida.

—Mastica bien y no hables con comida en la boca —lo retó Cristian y suspiró.

Eran las siete y treinta y cinco, estarían llegando tarde a la institución así que tendrían que apurarse. Los dos subieron al automóvil y se pusieron en marcha, Cristian aún tenía el cabello desorganizado, así que terminó de organizarlo viendo por el espejo retrovisor. El viaje no les demoró mucho, y cuando llegaron entraron buscando rápidamente el aula.

—Bueno, chau campeón, portate bien —Valentino asintió con una sonrisa entrando, mientras Son posó sus ojos en Cristian.

Observó como el asiático se levantó rápidamente de la silla y se le acercó. Sintió el frío calar sus huesos.

—Buenos días —saludó con una sonrisa. A Cristian le parecía que tenía sonrisa de goma.

—Buenos días.

—¿Todo está bien? Pensé que Valentino estaba enfermo o algo había pasado —en la voz del contrario se podía notar su preocupación, realmente era un maestro que tomaba nota a cada detalle.

—Todo bien, al nene se le envolvieron un poco las sábanas, nada mas de allí —Cristian soltó una risa leve al ver la sonrisa del contrario y sus ojos a través de los lentes—. ¿Eso son leones? —inquirió refiriéndose al marco de los lentes.

—Si, si, me parecen bonitos —soltó nervioso acomodándose las gafas—. ¿A vos? —el contrario asintió.

—Me tengo que ir al trabajo, ten un buen día Son —los dos se despidieron y Romero hizo un gesto con la mano refiriéndose a su hijo, el menor correspondió.

Las clases aquel día comenzaron con total tranquilidad, hasta que el receso llegó, y Son creyó que realmente el día había sido un poco más tenso. Algunos pequeños no solían poner mucha atención a la clase y solían distraerse con cualquier cosas. Otros armaban broncas por cosas ajenas y Valentino. Valentino era Valentino. Siempre estaba sentado en su asiento poniendo sus atención en él. Sabía que los lentes era lo que más le llamaban la atención, había olvidado las tantas veces que se lo había repetido.

—Profe —pudo escuchar la voz del menor llamarlo antes de irse—. ¿Queres una fresa? —le ofreció mostrándole su pequeña lonche de Thor.

—Valentino, dale, gracias —tomó una de tantas fresas que habían allí y la probó, realmente estaban dulces.

—¿Vos comes fresas desde hace mucho? —el menor había comenzado a caminar a la par de él.

—No, nunca las había probado —y sí, realmente nunca lo había hecho.

—Como que no profe, ¿ya probó el mate? —el mayor pensó su respuesta, la cual fue un rotundo no—. Algún día le voy a hacer uno profe, imposible que se quede sin probar el mate —el menor negó divertido y Son rió.

—Tranquilo, en algún momento lo tengo que probar Valentino —el nombrado cerró la lonche y asintió—. Volvé con los demás, ahora seguimos con las clases.

El menor se despidió de él y se dirigió a sus compañeros. A Son realmente le causaba ternura Valentino, le recordaba a su padre. De nuevo Cristian invadió sus pensamientos, lo comenzó a tener muy presente. No sería apresurado, lo acababa de conocer, pero la curiosidad era mayor.

Ingresó a la sala donde se encontraban los otros y se sentó en su asiento, Enzo lo observó.

—¿Cómo va todo Son? —inquirió el hombre mientras apagaba su teléfono.

—Bien —sonrió tomando un trozo de la manzana que tenía en mano.

—¿Ningún niño te ha dado problemas?

—Algunos niños arman broncas, pero nada grave —Enzo asintió y se quedó en silencio cuando miró a Julián entrar.

—¿Cómo vas Son? —le dijo el contrario mientras masajeaba los hombros del tatuado.

—Bien, gracias.

Los dos hombres tuvieron una pequeña conversación y salieron cuando sonó el timbre, definitivamente el tiempo se estaba acortando más de lo que creía. Regreso al salón se acabó la manzana y notó como todos estaban acomodados en silencio. Valentino se encontraba garabateando en una hoja cuadriculada, mientras Olivia pintaba un dibujo y Liam, Liam solo veía un punto fijo, era como un muñeco de porcelana, daba miedo. Los demás estaban en silencio esperando a que la clase empezara, así que dió paso a la hora.

Hora tras hora se iba consumiendo lentamente, y la salida se estaba aproximando, así que cuando faltaron cinco minutos dió tiempo para que todos alistaran sus cosas.

—Profe —cuando el menor lo llamó, colocó su atención en él—. ¿Me acompaña a esperar a mi pa? —se le hizo extraño, tal vez Cristian se iba a demorar, así que accedió.

Valentino espero hasta que todos salieran y Son lo acompañara a la salida. Su padre le había informado horas antes que iba a llegar un poco tarde ya que tendría asuntos del trabajo, así que le podía pedir ayuda a Son, o así fue como le explicó el menor a su profesor, son escuchaba atentamente.

Los dos hablaron un poco más y esperaron, hasta cuando de nuevo un tatuado llegó al lugar y Valentino se abalanzó a él.

—Perdoname —le dijo, sabía que no recordaba su nombre del todo.

—Son —le recalcó sonriendo.

—Eso —hizo una pausa acomodándose el cabello—. Perdoname por tardarme Son, te agradezco por cuidar a Valentino.

El nombrado solo asintió en silencio y observó como Valentino se despedía de él. Para su sorpresa Cristian hizo lo mismo, esta vez era una seña con la mano, y una sonrisa bastante amplia.

Voy a tratar de hacer capítulos cortos creo yo, es que pienso en que no tenga tantossss capítulos el fic ajá. Igual siento que la cosa va bien, cualquier cosa avisan che, tampoco me puedo quedar con la duda, no soy adivina, chauuuu gracias por los votos 🫂

Gafas | Cutison Donde viven las historias. Descúbrelo ahora