Final: Un jarrón con rosas

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Toma el jarrón en sus manos y lo coloca en la mesa la cual tiene un mantel blanco. Ha de quedar bonito.

Desde que han ido a comer todo está saliendo bastante bien. Cristian suele ofrecer llevarlo a casa todos los días, y realmente no se puede negar, ya que si lo hace, Valentino asegura que se va a enojar con él.

Le ha dado un poco de vueltas al asunto. Han pasado al menos seis días desde que Romero le dió el ramo de rosas el cual ha conservado bastante bien. Todos los días revisa que estén bonitas y las deja en un lugar fresco para que no se marchiten, puesto a que son bastante delicadas.

Es sábado, así que abre las cortinas una vez más mientras el frío de la mañana entra en toda la casa. Se ha levantado temprano para arreglar un poco la cocina y la sala, puesto a que ha terminado llegando un poco tarde algunos días gracias a que Cristian lo termina convenciendo de ir juntos a cualquier lugar.

Comienza a conocer a Romero un poco más, y eso realmente le agrada. Le gusta como se expresa, la forma en la que habla, cada vez que le dice algo bonito, como coquetea con él, lo buen padre que es con Valentino y como siempre se preocupa por él.

Hace unos cuantos días, al estar madrugando gracias al trabajo que aumentó, Cristian agarró un resfriado, Son se ofreció a cuidarlo devolviéndole el favor de la vez anterior. Pasaba algunas horas en la casa del contrario mientras hacía su trabajo en la mesa y jugaba algunos minutos con Valentino hasta que se cansaba. 

Son suspira ante el recuerdo y comienza a acomodar la sala mientras la música se escucha por todo el lugar. Ha elegido un poco de jazz.

—¿Escuchando jazz? —la voz del desconocido lo saca de su burbuja haciendo que voltee rápidamente a la ventana encontrándose con el morocho, este solo sonríe ante la reacción de Son.

—A la próxima toca la puerta Romero —dice con el ceño fruncido mientras abre la puerta. Lo recibe con un beso de mejilla para darle paso a la vivienda.

—Uy, perdón —sabe que Cristian no se toma aquello en serio, así que suelta un suspiro pesado, y antes de ir a la cocina, el agarre en una de sus muñecas hace que unos fuertes brazos lo abracen.

—Te extrañé.

Son siente que va a morir.

La respiración calmada de Cristian en su cuello y sus brazos rodeándolo más las palabras dichas, hacen que su corazón lata rápidamente soltando una risa nerviosa.

—Estas exagerando Romero, nos vimos hace dos días —sus manos se dirigen al cuello del contrario mientras le acaricia el cabello.

—Dos días Son —el semblante serio del menor hace que todo sea aún más gracioso—. ¿Sabes lo que son dos días?

—Sí —sus miradas se conectan y el suave reflejo del contrario se encuentra allí—. Solo son dos días y ya —el reniegue del menor hace que Son suelte una carcajada—. Dramático.

—Mjm, y tú hermoso —el agarre en su cintura por las grandes manos del morocho aumenta mientras los dos ríen a la par juntando sus frentes, y haciendo que sus respiraciones se mezclen.

Tal vez Son está siendo un total loco al estar tan pegado a Romero, pero este no ve ningún problema y llena su rostro de pequeños besos. Cada lunar que Son identifica tener, Cristian lo besa con delicadeza. Realmente siempre lo trata con delicadeza, como un pequeño muñeco de porcelana que necesita estar en una vitrina donde todo el mundo lo puede admirar, pero nadie tocar, a menos de él.

El ambiente frío hace que Son se refugie un poco más en los brazos contrarios hasta que Cristian se remueve un poco más sacando algo de la caja la cual ha dejado en la mesa a la hora de entrar. Romero siente la mirada desconcertada del asiático en él, así que se dispone a explicarle.

—Te traje un regalo —el morocho abre la pequeña caja y de esta se puede ver el resplandor de un rubí—. En nuestra familia, es una tradición regalarle un collar el cual porta una gema bastante valiosa a la persona a la cual amamos —sus miradas se conectan mientras Son no puede encontrar palabras para hablar—. Y también con quién tenemos una conexión bastante fuerte, y sin dudarlo Son Heungmin —la pequeña pausa hace que el canto de los pájaros haga eco en el lugar—. Ese eres tú.

Son lo observa en silencio y Cristian se acerca con la joya en manos mientras coloca el collar en su cuello, aún no puede dictar una palabra. Acaricia con sus yemas el rubí delicadamente ante la explicación del morocho y sonríe. Era como estar en un sueño.

—Muchas gracias Cristian —su voz se oye tan entusiasmada que lo único que hace es abrazar a Romero con el tantísimo amor que le tiene. Cristian ama aquellos pequeños brazos que son su hogar—. Es increíble la persona que eres, y el intenso amor que te tengo desde la primera vez que te conocí —la confesión del mayor hace que el morocho hinche su pecho ante el nerviosismo por lo sucedido, quiere besar ahí mismo a Son.

Las palmas de sus manos se dirigen a las mejillas del contrario mientras las acaricia levemente sintiendo la piel cálida del mayor, hasta que piensa una vez más en todas las probabilidades que tiene con el hombre de tiene en frente, y se aventura en demostrar su amor uniendo sus labios con los contrarios.

Son acepta gustoso sin ninguna culpa mientras disfruta el tacto de sus labios danzar con los de la persona que le gusta. Es un beso lleno de amor y felicidad, tan parecido a estar en el cielo disfrutando de un banquete de los mismísimos dioses. Sus manos se dirigen a los hombros de Cristian mientras intenta tomar aire cuando se aleja un poco, pero Romero solo le permite un momento antes de volver a juntar sus labios.

Allí en medio de un mundo que tal vez nunca entienda el gran amor que se tienen, la pasan la mayor parte de la mañana mientras Cristian le roba pequeños besos cada que tiene la oportunidad, o cocinan galletas mientras charlan sobre su vida cotidiana.

—Debería adoptar un gato —Son lo mira sonriendo mientras coloca la masa en la bandeja.

—¿Deberías? —la pregunta ha sido formulada por el asiático en forma burlona.

—Pues sí, ¿no? —los brazos de Cristian vuelven a invadir su espacio personal por detrás abrazándolo—. Aleja las malas energías y a Valentino le encantaría la idea, aparte de ello, así irías a mi casa.

La respuesta hace que Son niegue divertido mientras acomoda el tiempo del horno y le sirve un poco de té a Romero.

—¿Donde está Valentino? —las gotas de agua del grifo hacen par junto a las risas de los niños afuera.

—Está con los abuelos, mi madre ha pedido que lo lleve, así que también aproveché para venir a verte.

Son se acerca a él mientras lo besa y niega, sabe que esta mintiendo. Lo tiene bastante claro, puesto a que un pequeño ruido en alguna de las cuantas ventanas que tiene, y la cabellera de un menor delatan todo el plan de su amado.

Valentino ha planeado todo, y por supuesto ha sacado algunas fotos.

EL AMORRRRRR, escribir esto con Lover de Taylor es una cosaaaa maravillosaaa

Miren, estoy q no doy para más de la felicidad por mi gato (el cual se llama Orión y es blanco con naranja, o sea, un desmadre), y pues pq me alejé d gente q nada q ver (mis dos mejores amigas q resultaron ser otra cosa), y pq ya no me gusta nadieeee, y estoy bien solita escribiendo mis cosas hermosas

No me gusta ser cursi, pero esta historia me ha sacado de mi zona de confort en todos los sentidos, así que tal vez publique dos epílogos, puesto a que este es el final 🧍🏻‍♀️

Pero de por si, espero que las cosas se hayan dado a su tiempo, y les haya gustado (pq yo pensé q esto no iba a tener apoyo ni en mil años, y resultó tener 151 votos 😭) muchísimas gracias por leer y apoyar jaja Lit la más agradecida, ahora subo los epílogos, hasta luegooooo <3

Gafas | Cutison Donde viven las historias. Descúbrelo ahora