Sebastián
Me desperté sintiendo mi celular vibrar en mi pecho, me había dormido esperando que Facundo me mandara un mensaje. Levanté el aparato y, sin importarme la molestia por la luz, lo revisé, no tenía mensajes suyos, capaz se había arrepentido de seguir escribiéndome. Suspiré y miré la hora, eran las cuatro de la mañana, dejé el aparato al lado de la almohada, me acomodé tapándome e intenté dormir de nuevo. Apenas cerré los ojos, la imagen de Facundo apareció en mi mente, volví a abrirlos, no quería dormirme pensando en él, no después del sueño que había tenido, no quería despertarme como lo había hecho ese día. Agarré de nuevo mi celular y di vueltas por mis contactos, encontrándome con unos mensajes de Lidia, abrí su chat, me invitaba a ir a su casa el viernes, no tenía ganas, sabia por qué quería que fuera, sabía que podía terminar mal para mí, pero no podía seguir metido en este cuarto, escuchando puteadas de mis amigos de vez en cuando. Tampoco quería escuchar a mi papá hablar sobre sus novias y sus ideas sobre mi vida sexual. Como si me viera salir con una chica distinta todos los días. Solté un suspiro pesado y le dije que sí, que podíamos ir después del colegio. Bloqueé el celular antes de dejarlo donde estaba. Me acomodé en la cama cerrando los ojos, pensé en Facundo, pero ya no tenía fuerzas para tratar de distraer mi mente, simplemente lo dejaría que su imagen generase un sueño igual o peor al que ya tuve.
Volví a despertarme con el celular vibrando, pero esta vez por la alarma que me arrancaba de mi sueño. La apagué, agarré el celular y miré la pantalla, mensajes, más de los que me gustaría tener ahora mismo. Abrí WhatsApp y revisé, ninguno era de Facundo, pero varios eran de Lidia. Me puteé internamente por haberle dicho que sí sabiendo que en realidad no quería acercarme tanto a ella, pero le seguía el juego sabiendo que iba a terminar lastimándola. Definitivamente era una persona de mierda, no solo por lo que le había hecho a Gabriel en su momento. ¿Por qué había terminado en esta situación? Una puntada en la sien hizo que dejara de pensar tan temprano. Me senté en la cama pasándome las manos por la cara sin muchas ganas de levantarme, pero, por una vez, quería ir al colegio, podía distraerme ahí. Tomé valor para levantarme, juntar la ropa que me iba a poner y salir del cuarto para ir al baño sin dejar de rezar para que mi hermana no estuviera ahí metida. Por suerte, Isabel no estaba adentro, así que me podía preparar tranquilo. Una vez que cerré la puerta, me paré al frente espejo, miré mi reflejo, estaba despeinado, un poco ojeroso por haber dormido mal. Me lavé la cara, volví a humedecer mis manos antes de pasármelas por el pelo, me miré de nuevo en el espejo, se veía decente lo que había hecho, podía salir así, aunque seguramente me pondría la capucha si hacía mucho frío. Terminé de higienizarme y prepararme para salir del baño, fui a la cocina escuchando las voces de mis papás, los saludé mientras me servía un poco de café. Mi mamá empezó a quejarse de Isabel, que tenía que ir a ayudarla hoy a la veterinaria, pero que no se había levantado, mi papá la defendió, como siempre. No importaba qué hiciera, siempre la defendía, mi mamá decía que era porque era su princesa. Para mí, Isabel era de todo, menos una princesa. Me terminé el café sin decir ni una palabra mientras ellos conversaban sobre mi hermana, fui a mi cuarto a buscar mi mochila, mi celular y un abrigo, después salí apenas saludándolo. Fui a la parada del colectivo sabiendo que mis amigos ya estaban ahí esperándome. Pablo fumaba mientras Martín se dedicaba a joderme con las historias que había publicado Lidia en Instagram por haberle contestado, me las mostró con su celular, en realidad no me nombraban ni decían nada que pudiera relacionarme, pero después de lo que había hecho cuando salimos de jugar al fútbol, ellos sabían perfectamente que hablaba de mí. No contesté a nada, no tenía ganas de contestarle, aunque sabía que era lo que quería, Pablo lo calló avisándonos que el colectivo venía, tiró el cigarrillo en la calle antes de extender la mano para que parara. Los tres subimos y nos fuimos al fondo, solamente había un par de asientos libres que ocuparon ellos, yo me quedé parado, busqué mis auriculares, los conecté y puse música lo más alto que pude sin quedarme sordo. El celular me vibró en la mano, lo levanté esperando que fuera un mensaje de Lidia, pero, para mi sorpresa, era Facundo.
ESTÁS LEYENDO
No te odio [Anexo]
Teen FictionCuando la tranquilidad vuelve a Villa del Carmen dos años después de la partida del Padre Manuel y Gabriel, en el interior de Sebastián empieza a gestarse una tormenta que arrastra a Facundo en el proceso, quien cree que se libró por fin del adolesc...