catorce

91 14 0
                                    

— ¡Abre!

Desde lejos se escuchó aquella voz, acompañada de un golpe que no lograba distinguir bien. Abrí los ojos lentamente, aún desorientado, sin comprender exactamente dónde me encontraba.

— Mierda, ¿te quedaste dormido? ¡Siempre estás durmiendo! — gritó, su tono impaciente.

— ¿Jaehyun? — susurré, todavía aturdido.

Poco a poco, mi mente empezó a aclararse. Era habitual que cada vez que me despertaba tuvieran que pasar algunos segundos antes de recordar quién era o qué estaba haciendo.

— ¡Taesan, abre la maldita puerta! ¡Me estoy quemando aquí! — bufó.

Me apresuré a abrir la puerta del auto, todavía torpe por el sueño. En cuanto lo hice, Jaehyun se dejó caer en el asiento con un suspiro frustrado.

Ya recordaba que estaba haciendo aquí. Lo vine a buscar de dónde trabajaba los fin de semanas pero como siempre el cansancio me había ganado y terminé durmiendo en el auto.

— ¿Cómo puedes quedarte dormido y dejarme afuera con este calor? — gruñó mientras se quitaba el uniforme del trabajo, lanzándolo al asiento trasero. — Te extrañé tanto — dijo, dando un beso al aire acondicionado.

— Lo siento... no fue intencional — respondí, frotándome los ojos y tratando de despejarme. — De todas formas, es tu culpa por tardar tanto.

— No te quejes, fuiste tú el que se ofreció. Además, me quedé hablando con Woonhak. Por teléfono, obviamente.

— ¿No podías responderle en el auto? — pregunté, encendiendo el coche. Él se negó mientras se recostaba en el asiento, ya con menos calor.

— Era una conversación privada, respeta — bromeó.

Seguí conduciendo por la pequeña ruta que nos llevaba directo a nuestro departamento. Las calles solitarias se iluminaban solo por la luz del coche y algunos faroles dispersos en el camino.

Desvié mi mirada hacia el pequeño puesto de comida que solíamos frecuentar. Jaehyun y yo disfrutábamos mucho comprar comida allí, así que le sugerí pedir para la cena.

— No estaré — dijo, casi sorprendiéndome, pero recordé que este hombre nunca está en casa. — Saldré con Woonhak y Leehan. No te preocupes, ya te liberé de la salida. Les dije que estabas ocupado, aunque sé que solo estarás durmiendo toda la noche.

— La noche es para dormir, después de todo — me defendí.

Dejé el auto en el estacionamiento del edificio y entramos a casa rápidamente: yo para poder dormir y él para tomarse una ducha.

Intenté dormir, pero la cama parecía una roca. Me levanté, sumergido en mis pensamientos. ¿Por qué no podía dormir? ¿Por qué me sentí decepcionado cuando Jaehyun dijo que ya se había negado por mí?

Debo estar volviéndome loco. ¿Desde cuándo salir parecía una mejor opción que quedarme a dormir? Desde que incluía ver a Leehan.

Seguro que ya había olvidado la pequeña apuesta, pero para mí seguía siendo algo pendiente. Pensé que me escribiría o algo así, no es que me gustaría que lo hiciera, no para nada.

No sé cómo ni cuándo, pero me guié hasta la puerta del armario, como si estuviera dispuesto a salir. Lo medité por unos segundos, pero terminé volviendo a acostarme en mi cama.

¿Qué estaba haciendo? Ya eran casi más dos. Antes de que pudiera hacerme otra pregunta, la pantalla de mi celular se iluminó con el nombre de Jaehyun, indicando que me estaba llamando; era una videollamada. Por un momento me bloqueé, sin saber qué hacer, pero por suerte reaccioné antes de que la llamada finalizara. Me acomodé en la cama, arreglé mi cabello y contesté.

número Donde viven las historias. Descúbrelo ahora