dieciséis

85 15 1
                                    

Tenía frío, aunque podía sentir la manta cubriéndome.

¿Por qué estaba desnudo con solo una manta encima? O mejor dicho, ¿qué mierda hice anoche?

Me froté las manos sobre la cara, tratando de recordar lo que había pasado. De repente, me estremecí cuando mi memoria comenzó a aclararse.

Miré a mi alrededor; Leehan no estaba aquí... o al menos eso esperaba. Me levanté del sofá y caminé lentamente, aún cubierto con lo que me había encontrado al despertar. Justo cuando iba a cruzar el umbral de la puerta de mi habitación, escuché unos golpes en la puerta principal.

—¡Olvidé las llaves! —gritó Jaehyun desde afuera.

Me dirigí hacia la puerta, pero antes de abrir, me di cuenta de que solo tenía una pequeña tela cubriéndome.

—¡Taesan!

—¡Ya te escuché, cállate! ¡Espera un momento!

Nunca pensé que pudiera vestirme tan rápido. Mientras me apresuraba, traté de que la casa luciera normal. Recogí las botellas de vino. ¿Cuánto habíamos tomado?

Mientras ordenaba, me aseguré de que Leehan realmente no estuviera aquí, revisando el baño y la habitación de Jaehyun. Suspiré aliviado cuando todo estuvo más en orden. Eso me había agotado.

—¿Estabas desnudo o qué? —preguntó Jaehyun ya dentro del departamento.

—¿Eh?

—¿Por qué tardaste tanto en abrir?

—¿Te importa?

—¿Qué escondes? —me observó con una expresión de curiosidad.

—¿Esconder?

—Voy a fingir que nada está pasando porque realmente tengo hambre, pero te conozco.

—¿De verdad?

—Siempre respondes con una pregunta cuando intentas mentirme.

—¿Lo hago?

Me miró con obviedad. Antes de que pudiera sonsacarme más información, subí a darme una ducha caliente. Siempre me relajaba, incluso si no hacía frío.

Una vez que terminé, bajé porque el aroma de lo que Jaehyun había preparado acariciaba mis fosas nasales.

—Listo —dijo Jaehyun con una sonrisa de satisfacción. Se dirigió al sofá y, antes de que pudiera sentarse después de dejar su plato en la mesita, lo detuve.

—Mejor siéntate aquí —le pedí, señalando el sofá individual. Parecía que iba a objetar, pero supongo que el hambre se lo impidió.

—Siento que no he comido en años —murmuró mientras comenzaba a comer, suspirando con gusto.

Me acerqué y tomé un poco de los huevos revueltos que había preparado. Él me fulminó con la mirada.

—¿Qué? Tengo hambre, ¡no me mires así!

Fue en busca de otro plato y dividió la comida.

—Pensé que ya habías comido algo. ¿Leehan no te preparó nada?

La comida se me atoró en la garganta, y por poco me ahogo. Jaehyun me pasó un poco de agua para que pudiera tragar.

— ¿Estás bien? — me preguntó una vez que deje de toser y yo asentí — Estás raro hoy... aunque a decir verdad siempre eres raro ¿Por qué eres tan raro? — se burlo.

Rode los ojos en respuesta.

—¿Cómo sabes lo de leehan?

—Pues, él me preguntó anoche antes de venir. Por eso no volví hasta ahora —hizo una pequeña pausa para picar unas verduras y metérselas en la boca—. Y bueno, Woonhak y yo pensamos que se había quedado ya que llovió. Además, fuimos a buscarlo a su casa antes de venir aquí, y no estaba.

Me debatía entre contarle toda la verdad o no. Nunca le he mentido a Jaehyun. Una que otra mentira piadosa se me ha escapado, pero nunca con algo tan importante. Él conoce todo de mí; a veces creo que sabe más de mí mismo que yo.

La mejor opción era contárselo, pero me había burlado tanto de él. Estuve dos semanas enteras molestándolo por Woonhak. Le recordé todas las cosas que había dicho antes de él y cómo, en un segundo—o debería decir ¿en un beso?—se olvidó de todo y lo perdonó como si nada.

No estaba dispuesto a soportar sus burlas, y para ser sincero, me daba un poco de vergüenza. Obviamente no sentía vergüenza de decir que me acosté con Leehan porque, vamos, es Kim Leehan. Nadie podría avergonzarse de eso, y menos yo. Lo que me daba un poco de pena era que él me había escuchado prometer que esta vez sería diferente, que yo marcaría esa distancia que debió existir la primera vez que nos vimos. Pero soy débil, demasiado débil.

—Se fue muy temprano —fue lo único que dije. Ambos seguimos comiendo lo que había preparado.

...

Pasaron dos días, y no había ni un solo mensaje. No es que esperaba una declaración de amor eterno o algo así, pero el silencio era ensordecedor. Ni una llamada, ni un "¿Cómo estás?", ni siquiera un maldito "hola". Absolutamente nada. Y eso me dolía más de lo que quería admitir.

Me sentía usado, y eso me carcomía por dentro. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? ¿Acaso tenía un imán para este tipo de situaciones? Me preguntaba quién era más idiota, si él por no tener la decencia de enviar un mensaje, o yo por haber vuelto a confiar en un hombre. Nunca aprendo, eso está claro.

Sabía perfectamente que no iba a haber nada nuevo, pero aun así, encendí mi celular otra vez. La pantalla brilló, mostrando la misma ventana solitaria que había visto las últimas cuarenta veces. Sin nuevos mensajes. Sentí un nudo en la garganta y las lágrimas quemando en mis ojos. Quise gritar, así que lo hice, enterrando mi rostro en la almohada para ahogar el sonido. Aproveche que jaehyun no estaba y grité con toda la fuerza que tenía, hasta que no quedaba nada dentro de mi.

No se confundan, no es que pensara que esto iba a convertirse en algo más. Fui completamente consciente de lo que era. Tuvimos sexo, sí, pero incluso entonces, sabía que solo era un momento. Una chispa fugaz en una noche oscura, nada más. Pero maldita sea, ¿era mucho pedir que me escribiera al día siguiente? No esperaba un poema, solo un "¿Aún te duele?" o "¿Fui muy brusco?", algo que mostrara un mínimo de interés, una señal de que yo no había sido completamente invisible.

Tal vez estaba exagerando, pero así soy yo, y él… él es un tarado. Supongo que somos una pareja perfecta en eso: yo, con mis expectativas ridículas, y él, con su completa falta de consideración. Así somos. Y, en el fondo, sabía que volvería a caer en el mismo patrón una y otra vez, porque así soy yo: siempre esperando que esta vez sea diferente, siempre tropezando con la misma piedra.

número Donde viven las historias. Descúbrelo ahora