dieciocho

82 17 6
                                    

Se suponía que a estas horas ya debería estar en la comodidad de mi habitación, pero no. Al día siguiente tenía otro examen, así que decidí quedarme en la biblioteca para estudiar. La comodidad no era algo propio de mi departamento, no con Jaehyun, que no podía mantenerse en silencio ni dos segundos.

Por eso opté por quedarme aquí, aunque tampoco pensé que estaría tan sumergido en estudiar que no notaría que el sol ya se había escondido.

No todas las luces estaban encendidas, esto daba un poco de miedo. Algunas parpadeaban y parecía que no había nadie aquí. Por suerte, antes de entrar en más desesperación, unos estudiantes entraron. Supuse que eran los de turno de noche.

Tendría que volver en bus, porque estos días mi medio de transporte decidió que quería descomponerse. Suspiré con pesadez. Todo estaba saliendo relativamente mal.

Me senté en uno de los bancos donde esperaría a quien me llevaría a casa. No había tomado el bus desde hacía tanto tiempo que realmente no sabía a qué hora pasaba. Solo me quedaba esperar. Suspiré otra vez, cubriendo mi cara con las manos, tratando de encontrar un poco de calma.

En eso, un auto que me resultaba familiar se detuvo frente a mí. Era Leehan. Después de una pequeña charla, se ofreció a llevarme.

— No te preocupes, seguro vendrá pronto —dije, solo por cortesía, porque en realidad aceptaría ir sin dudar.

— Para mí no es problema, vamos —insistió, y empezó a enumerar todas las razones por las que era conveniente que subiera con él. Sonreí mientras negaba con la cabeza, pero finalmente subí al auto.

Durante todo el trayecto hubo un silencio incómodo, algo que no era tan normal entre nosotros. Él siempre iniciaba las conversaciones, aunque fuera de lo más insignificante.

Yo me quedé viendo cómo las casas pasaban una tras otra por la ventana. Podría haberme quedado dormido en ese momento, pero antes de hacerlo, pregunté:

— ¿No es más seguro ir por el otro lado?

Ya era tarde, porque estábamos yendo por un camino algo estrecho.

— Pero por aquí es más rápido —respondió él.

— ¿Ya has venido por aquí?

— ¿Tú no? Yo siempre tomo este camino. Tranquilo.

Asentí, un poco más aliviado. Parecía saber lo que hacía... o eso esperaba.

Este camino no era muy transitado. Lo noté porque, a pesar de haber recorrido ya un buen tramo, solo nos habíamos cruzado con un auto. El camino era algo ilegal; sí, más rápido, pero daba un poco de miedo. Nadie te encontraría por aquí.

— Así comienzan los secuestros — murmuré.

Él sonrió por un momento antes de responderme.

— Si quieres, te puedo bajar.

— Creo que a estas alturas ya es un poco tarde.

— Yo creo que tú serías más propenso a secuestrarme a mí que al revés.

— El que se aprovechó de mi estado de ebriedad fue otro.

— ¿Aprovechar? Yo estaba igual que tú. Además, parecías disfrutar más que nadie de esa situación — respondió sin mirarme, demasiado concentrado en conducir.

No dije nada más porque realmente no tenía cómo defenderme, y si seguía hablando, acabaría más sonrojado de lo que ya estaba.

Otro auto venía en dirección contraria, era el segundo que veíamos en todo el camino. Esta parte parecía aún más estrecha, aunque supuse que ambos autos podían pasar sin problemas. Sin embargo, Leehan tuvo que ceder el paso al ver que el otro no se movía hacia el borde. Una vez que el auto pasó, Leehan intentó volver a maniobrar bien el coche, pero se escuchó un pequeño ruido.

número Donde viven las historias. Descúbrelo ahora