Capítulo 10: Concretar un turno

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Viernes 3 de agosto de 2018

Dejo la agenda sobre el mostrador al acabar de organizar los turnos de la semana. Angi insiste en digitalizar todo y tener una computadora en el estudio.

Eso nos salvaría la vida. Ojalá tuviéramos la plata, pero no es el caso.

—Angi, esta semana tenemos un par de huecos libres que habría que cubrir —suspiro—. Si podés, tratá de subir cosas a las redes que atraigan más gente. Tomi tiene como tres horas libres el martes y el viernes que viene está bastante desocupado también.

—Dale, Pitufo, no te hagas drama —Me calma ella.

El viernes que viene, si todo sale bien, voy a estar desocupado temprano; por lo que me apuro a tomar mi teléfono y escribirle un mensaje a Tamara.

«¿El viernes 10 te queda bien para tatuarte?»

Estos días estuvimos hablando bastante, con mucha naturalidad. Recibir sus mensajes es agradable.

En general, con Tomás y Ángeles hablamos únicamente de trabajo y, de vez en cuando, nos contamos alguna que otra cosa. Con muchas de mis amistades de la escuela perdí contacto, y Tincho se convirtió en mi familia. Así que, tener a alguien nuevo para conocer y hablar, es interesante. Hace tiempo que no conozco gente nueva.

Ella no es de un entorno similar al mío. Sus experiencias y las mías son diferentes. Está bueno poder tener variedad de conversación y debate con alguien.

—Chicos, también tendríamos que ver el tema de los precios —escucho hablar a Angi—, estuvieron aumentando los insumos, no vamos a poder mantener los precios durante mucho tiempo más.

—Lo vemos la semana que viene —grita Tomi desde la cocina. Está lavando los platos—. Dejame desestresarme el finde —ruega.

Le hago un gesto de asentimiento a Angi.

Lo veremos la semana que viene.

Tomás vuelve de la cocina secándose las manos en un repasador.

—¿Está para juntarse a fumar un fasuli? —pregunta con una sonrisa.

—Yo estoy al pedo —asiento—, podemos ir a casa un rato.

—Yo no sé —duda Angi—; dejé a mi mamá con la peque.

—¿Y Cristian? —pregunta Tomás.

Siento el celular vibrar y voy a ver la contestación.

—Está cenando con los padres —escucho decir a Ángeles.

—¿Y por qué no se llevó a la bendi? —pregunta Tomás.

Prendo la pantalla del celular, entro a WhatsApp y veo que Tamara me envió un «Sí, me queda genial el viernes» y seguido de eso una foto. No pasa ni un segundo que borra la imagen.

Me quedo pasmado viendo el «Se eliminó este mensaje».

—¿Qué te pasa, Pitufo?

—¿Y esa cara de tonto que se te quedó, Pollo?

—Tamara me mandó una foto en bolas —suelto.

Subo la mirada hasta mis amigos que están poniendo sonrisas de tontos.

Vuelve a vibrar el celular en mis manos y bajo la mirada otra vez.

«¿Viste eso?» La pregunta de Tamara está fijada en mi pantalla.

—La borró y me está preguntando si la vi —les digo a mis compañeros intentando encontrar la respuesta correcta para ofrecerle.

Tomás se estira y me arrebata el celular de las manos.

De tinta y caramelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora