Capítulo 14: Lluvia torrencial

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Viernes 10 de agosto de 2018
Damián.

Termino el tatuaje y miro a Tami con seriedad.

Ella no dice nada, pero está blanca como la cal y muy seria. Lleva así desde que Ángeles apareció.

No me esperaba a Angi por acá, pero tampoco quiero echarla teniendo en cuenta lo que está viviendo. Capaz que vino porque no quiere estar sola.

Pero qué inoportuna que sos, Chiruza...

―¿Te sentís bien? ―Le pregunto a la Piojita. Me incorporo y le toco el hombro. Temo que le haya bajado la presión con las agujas.

―Sí ―dice ella. Su mirada es apagada―. Ya me voy ―susurra con voz temblorosa. Inquieta.

―No, pará ―pido―Yo hablo con Angi y estoy con vos en cinco minutos ―prometo, aunque sé que voy a tardar más que eso.

―No, no ―dice ella bajándose del taburete―, no quiero molestar. Ya me voy.

Quiero detenerla, pero no tengo idea de qué decir. La veo salir a la calle con el tatuaje envuelto en papel film. Me quedo como un idiota mirando el lugar por donde se fue. El cielo está oscuro, y muy nublado.

―Pitufito ―La voz de Ángeles suena chillona.

Creyendo que está llorando, desvío mi atención, aterrado, hacia el lugar en el que está sentada.

No está llorando, aunque cabizbaja, mueve los pies.

―¿Estás bien? ¿Qué hacés acá? ―pregunto acercándome a ella, despacio.

Me acuclillo a su lado y le agarro la mano temiendo que le esté pasando algo grave. Me mira a los ojos entre sus pestañas postizas enormes.

―Estoy bien, no te preocupes ―Me sonríe.

Es una sonrisa amarga.

―¿Qué hacés acá? ―repito.

Me guardo las ganas de hacerle saber que me está cagando la noche; necesito confirmar que está mejor que ayer.

―Juli va a pasar unos días con su madrina para que yo pueda despejar y acomodarme... ―Me comenta― y hoy me habló Cris, quiere que nos veamos para hablar ―Sonríe―, supongo que quiere que arreglemos las cosas.

―Bueno, muy bien, Chiruza ―Le palmeo el hombro, alegrándome por ella.

Me levanto de su lado y, para tener algo que hacer, empiezo a acomodar todos los insumos que quedaron desparramados por ahí.

―Y estuve con mi amiga la que va a redactar un artículo sobre tatuajes... Quiere venir esta semana a ver el lugar, a que se saquen algunas fotos y cosas de protocolo... ―explica― Así que como el local es de Tomás y tuyo, tengo que pedirles permiso a ustedes.

―Sabés que no hay drama con eso ―digo―. No hay problema, puede pasarse cuando quiera... Solamente... ―pienso en Tomi. No conozco a la amiga de Angi pero sí a mi amigo― advertile sobre el otro idiota.

―No le va a gustar a Tomi ―dice Angi―, es muy flaquita y menudita... De contextura como la de la chica que estaba recién acá ―comenta ella.

Eso me devuelve a Tamara a la mente.

La comida que tengo en la heladera del estudio, esperando para cenar con ella y que va a quedar para comer durante la jornada del lunes.

―Sí, Tami es una pioja ―sonrío de lado mientras sigo guardando cosas.

Escucho un ruido y volteo la cabeza, Ángeles se paró de sopetón y me está mirando lívida.

―¡¿Esa era Tamara?! ―pregunta exasperada― ¡¿Vos sos pelotudo?! ¿Por qué no me avisaste que venía hoy?

De tinta y caramelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora