II. La Reina Demonio - PARTE 1

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Era el comienzo de un nuevo día laboral en el ayuntamiento de la ciudad. Eran alrededor de las 8:30 de la mañana y el alcalde hacía media hora exacta que había llegado a su despacho portando, como siempre, su confiable maletín en color madera de roble. El alcalde era una persona de baja estatura, de unos sesenta y cinco años, con algo de barriga que costaba ocultar bajo el traje café que siempre ocupaba y con pelo canoso en ambos lados de la cabeza.

Esa mañana, el alcalde se encontraba trabajando, como normalmente hacía cada día, en las decenas de documentos que necesitaban de su revisión y aprobación. No obstante, esa mañana, su revisión tan monótona se vio interrumpida cuando, más allá de la puerta doble de su despacho, se oyeron los gritos de algunos de los empleados de la institución. Extrañado, contempló tras su escritorio, sentado en su cómodo sillón de oficina, la puerta, abriéndose esta de par en par de manera violenta. Sin previo aviso, una cadena voló hasta él y se enrolló alrededor de su cuello.

-¡¿Qué es esto?! – exclamó el alcalde, que trató de zafarse de las mismas.

La cadena tiró repentinamente de él con violencia y lo arrastró por su escritorio, tirando todo lo que había sobre este, y el suelo hasta acabar frente a la puerta. Al detenerse, alzó su mirada, encontrándose a los pies de la general Inna Shcherbakova, que lo miraba sonriente.

-Al fin nos conocemos, señor alcalde – dijo ella, que amarraba la cadena a su brazo izquierdo.

-¡¿Quién eres tú?! – preguntó el alcalde en el suelo - ¡¿Y qué estás haciendo...?!

La general no respondió a sus preguntas. En silencio, caminó hasta el escritorio del alcalde, haciendo que la cadena lo arrastrase y estrangulara. Al llegar al escritorio, se sentó sobre el mismo cruzando sus piernas.

Dos personas más, de nombre Vlad y Viktor, entraron al despacho en ese momento. Vlad, el más alto y robusto de los dos, poseía un cabello oscuro algo largo, el cual alzaba un poco con una banda de color rojo. Su ojo derecho era de color azul y en el izquierdo portaba un parche. También tenía una barba frondosa y puntiaguda, del mismo tono de color de su cabello, y su pecho con músculos marcados iba parcialmente al descubierto bajo su chaleco de piel de oso, pudiéndose apreciar varias cicatrices en el mismo. Llevaba un pantalón también de piel de oso oscuro, sujetado por un gran cinturón marrón, y botas del mismo tipo de piel. Su altura era sin duda lo que más destacaba, sobrepasando los dos metros. Eso, y su cara de psicópata acompañada de una sonrisa.

A su lado se encontraba Viktor, un chico que vestía con una gabardina morada y que portaba una máscara sonriente de color blanco en su parte izquierda y negra en su derecha, siendo los rasgos faciales de la máscara del color contrario al lado de la misma en el que estos se encontrasen. Su pelo era castaño, largo y con las puntas teñidas de verde y engominado hacia atrás.

Tras estos, el personal del ayuntamiento miraba con horror al alcalde. Muchos de ellos con heridas de diversa consideración. Aquello debió ser la razón de los gritos que el alcalde había escuchado segundos atrás.

-¿Están todos? – preguntó la general, que obtuvo una respuesta inmediata por parte de Vlad de la manera en la que lo hacía siempre, de manera alegre y a todo volumen.

-¡Sí!

-¿Es que siempre tienes que hablar gritando, gorila? – se quejó el enmascarado, que se llevó con decepción su mano izquierda a su cabeza.

-En ese caso, doy comienzo a esta reunión – informó la general.

-¡Malditos terroristas! – exclamaba con enfado el alcalde, que se puso de rodillas frente a ella - ¡Haré que os caiga todo el peso de la ley encima! ¡Os caerá la perpetua!

Vigilantes Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora