II. La Reina Demonio - PARTE 2

0 0 0
                                    

El polvo y la arena se extendían más allá de donde la vista alcanzaba. Todo alrededor no era más que eso, arena y polvo. El calor era intenso. Fuera, la temperatura rozaba los cuarenta y cinco grados y el sol brillaba con una gran potencia. Probablemente se podría freír un huevo allí afuera sin dificultad alguna.

Ese páramo desprovisto de vida se trataba de un desierto que se situaba al este de Capital City, a unos veinte kilómetros de la misma. Por aquel lugar sin vida circulaba el lujoso vehículo de Moonlight sin dificultad alguna y a altas velocidades. Sus cuatro ruedas, gracias a las modificaciones que el mismo había realizado, mediante el accionamiento de un botón, habían cambiado a un tipo de todoterreno, por lo que se adaptaban bien a ese terreno.

No pasó demasiado más tiempo antes de que Mai pudiese vislumbrar a lo lejos unas montañas a las que parecían dirigirse. Sus sospechas fueron acertadas, pues pronto estuvieron al pie de las misma, adentrándose el vehículo en sus entrañas a través de una cueva. Un par de minutos más tarde, en el interior de aquella cueva, se detuvieron ante unas grandes puertas metálicas, junto a las que se encontraba una especie de dispositivo de seguridad. Fue entonces cuando Moonlight retiró aquella extraña venda que cubría sus ojos, que en realidad se trataba de un extraño visor que le permitía ver distintos datos de las personas que tenía delante, y miró a aquel dispositivo que custodiaba la puerta.

-Vigilante: Moonlight – dijo una voz femenina mecanizada que procedía de aquel aparato – Acceso concedido. Bienvenido.

Las puertas entonces se abrieron hacia los lados, permitiendo el acceso del vehículo a un ascensor que descendió en diagonal hacia el interior más profundo de la montaña.

-Nuestras instalaciones están ocultas en esta montaña – dijo él, que miró a Mai, serio, como siempre – Creo que no hace falta decirte lo secreto que es esto y que habrá consecuencias si lo cuentas a otros.

Mai permaneció en silencio mientras miraba con la boca abierta a Moonlight, pues no creía lo que sus ojos veían. Para empezar, los ojos blanquecinos de Moonlight delataban su ceguera, por lo que aquella venda cobraba aún más sentido. No obstante, aquello no era lo que más impactaba a la Vigilante, pues, ahora que la venda estaba fuera, podía ver su rostro, el cual reconoció al instante.

-No me jodas... - dijo Mai, comida por completo por la sorpresa – Eres el puto Bryce Wynn...

La expresión del Vigilante se tornó aún más seria de lo que ya era tras escuchar a Mai pronunciar su nombre.

-¿Algún problema con eso? – le preguntó el con molestia.

-No... Más bien estoy flipando – contestó Mai - No pensaba que fueras tú y eso que solo ocultas tus ojos. No sé cómo no he podido reconocerte. No me molesta que seas tú... Creo.

-¿Crees?

-Bueno, hay historias. Historias que ya debes conocer. Los Wynn... Digamos que su reputación no es muy buena en la ciudad.

-Conozco la reputación de mi familia -afirmó el Vigilante, que miró hacia el frente – Esas historias... Se lo que mis padres hicieron. El castigo que recibieron fue necesario. Yo solo les seguía el juego para hacerme con su fortuna y luego limpiar mi nombre, pero es complicado contentar a las masas con todo el pasado que hay detrás.

-Ya... No es que la gente te tenga demasiado apego.

-Por eso es que hago esto. Creo que es la mejor manera de ayudar a la gente de esta ciudad.

-No sé si eso será lo mejor para un viejo.

-No soy tan viejo, niñata.

-Seguro que no. Suerte con lo tuyo. Yo no había nacido cuando salió a la luz todo lo de tu familia. Solo sé lo que hay en Internet. Honestamente, me da igual lo que hiciesen. Ahora solo estás tú y, honestamente, me caes bien. O por lo menos antes de saber que eres Moonlight. Eres un capullo, que lo sepas.

Vigilantes Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora