IV. La fiesta - PARTE 2

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Las diez de la noche llegaron más rápido de lo que uno cabría esperarse. Las puertas del patio trasero de la mansión se abrieron y los invitados comenzaron a invadir el mismo, en el cual había algunas mesas con aperitivos, siendo todo el lugar iluminado por varios puntos de luz. Entre los que salieron, se encontraba Oswald Kimpig, el cual vestía con un traje negro y se apoyaba en un bastón en su mano derecha.

-Justo como dijiste, Max – comunicó Issei - Han salido al patio.

-Perfecto – contestó Issei a través de los intercomunicadores - Encargaos de él mientras termino de piratear el sistema de seguridad. Va a llevarme un rato. Es más denso de lo que creía.

-Entendido.

Issei miró a Lightning y asintió con la cabeza, indicando que todo estaba preparado. La Vigilante cerró entonces sus ojos y tomó aire. Abriendo la palma de sus manos, una gran cantidad de rayos la envolvieron. A continuación, estirando su brazo izquierdo hacia delante, lanzó aquellos rayos hacia los puntos de luz que iluminaban la fiesta, haciendo que todos explotasen, lo que hizo correr el pánico entre los invitados. Rápidamente, mientras la multitud gritaba, y teniendo localizado al objetivo, lanzó de nuevo una pequeña cantidad de rayos contra él. Entre todos los gritos, los suyos resaltaron mientras caía inconsciente al suelo.

-Toma ya... - celebró Mai en voz baja – Le ha dado de lleno.

-Vamos, Mai – le ordenó su compañero.

-¡Sí!

Mai e Issei bajaron del árbol y fueron hacia el patio, sorprendiendo aún más a los presentes. Rápidamente, la seguridad privada y los más allegados al mafioso los rodearon. Mai, que acabó junto a una mesa donde había bebidas y algo de comida antes de que los rodeasen, se fijó en un vaso que aún estaba lleno sobre la mesa.

-¡Uh, refresco de cola! – dijo mientras agarraba el vaso. Uno de los secuaces que estaba presente le apuntó con su arma.

-¡Quieta! – gritó el hombre, que, al igual que los demás, estaba trajeado.

-Es que me dio sed.

-¡Dije quieta!

-Solo me estoy sirviendo un poco de refresco.

Mai bebió el refresco. Varias gotas cayeron por su cuello y sus labios se quedaron mojados por el líquido.

-Ah...

-Ya está, te tomaste refresco. ¡Ahora...!

-Sí, lo sé. Es hora de que te parta la cara.

Mai usó su súper velocidad combinada con su fuerza superior para propinarle un gran golpe al secuaz que lo lanzó a numerosos metros de distancia. El resto de secuaces comenzaron a dispararles. Issei, con gran agilidad, era capar de esquivar las rápidas balas, así como rebanar por la mitad algunas de ellas con su afilada katana. Mai, por su parte, gracias a su gran resistencia, actuaba como una simple esponja de balas mientras golpeaba a los secuaces de Kimpig. Mientras, Lightning, desde la distancia, lanzaba sus rayos contra aquellos que ni Mai o Issei lograban percibir antes de que nada malo sucediese.

-¡Hay que llegar cuanto antes hasta Kimpig! – gritaba Issei.

-¡Llegaría si no hubiese tanta gente aquí! – contestó Mai mientras golpeaba a un secuaz más - ¡No se acaban nunca!

-¡Haz lo que sea, Mai! ¡No puedo aguantar toda la noche así!

-¡Bien! ¡Déjamelo a mí!

Mai lanzó un puñetazo al aire, al igual que hizo en el entrenamiento con One, el cual creó una fuerte ráfaga de viento que hizo volar a la gente restante que estaba lo suficientemente cerca como para verse afectados, precipitándolos los contra los muros de la mansión.

Vigilantes Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora