VI. Una última esperanza - PARTE 1

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-La lluvia comienza a ser más intensa y el suelo se estaba embarrando... – pensaba Max mientras manejaba la motocicleta a toda velocidad. Lo había hecho ya por un largo rato. Tanto que había abandonado el desierto y se había adentrado en un frondoso bosque de secuoyas, en el cual le costaba ver – Tengo que darme prisa.

Pasado más tiempo, mientras atrás llevaba a una inconsciente Mai, logró alcanzar un pequeño claro en el bosque en donde había una pequeña cabaña de madera junto a la base de una cascada. Max detuvo la motocicleta junto a la cabaña y se bajó de esta. Tras esto, la pinza mecánica, que sujetaba a la Vigilante para que no cayese, dejó caer a Mai en los brazos de Max.

-Mierda... ¿Por qué tiene que pasar esto...?

Max entró a la cabaña rápidamente y colocó a Mai sobre una vieja cama que había. El trapo que la cubría ya hacia rato que se había perdido, por lo que, aunque estaba mojada, decidió taparla con su bata.

-Mierda, ¿por qué demonios tienes tantas heridas? Tus poderes de regeneración deberían curar todas esas...

Max se fijó entonces en el dispositivo que tenía en uno de sus tobillos, el cual le colocó la general.

-¿Qué demonios es esto?

Max se lo quitó con algo de ingenio, pues le llevó varios minutos. Tras retirarlo, no pasó demasiado tiempo antes de que las heridas de la chica comenzaran a sanar rápidamente. Aprovechó también para deshacerse de los restos de la cadena que la había tenido presa.

-¿Un dispositivo que anula los poderes? Vaya, parece que esa tipa tenía a su disposición buena tecnología.

-Mayu... - murmuró la chica, que derramó una lágrima.

-No puedo ni imaginar lo que esa mujer te habrá hecho... Lo siento, Mai... Ya ha pasado todo. Descansa todo el tiempo que necesites.


La noche se echó rápidamente, y, tras ella, llegó un nuevo amanecer. La lluvia había cesado y todo el bosque amaneció brillante debido al rocío de la mañana. Mientras el sol continuaba subiendo lentamente tras las frondosas ramas de los altos árboles, Mai despertó. Una vez más, estaba sobre una cama que no conocía y bajo un techo que no conocía. Desorientada, se incorporó y miró a su alrededor, haciendo que la bata de laboratorio de Max cayese a sus piernas. El lugar era pequeño y en su interior solo había una mesa con una silla, un pequeño armario y la cama en la que se encontraba tumbada. Fue entonces que ella se percató de la presencia de Max, que, sentado en su silla, dormía apoyando un poco su cuerpo sobre el colchón y sobre sus brazos.

-Max... - sollozó ella – Max... Max...

Ella lo zarandeó un poco, logrando que el chico despertara.

-Mai... - dijo él al verla al fin despierta, pues pasó toda la noche a su lado - ¿Estás...?

-Max...

Al final, Mai no pudo contenerse y se derrumbó en un mar de lágrimas, no sin antes abrazar a su mejor amigo, quien, por supuesto, también la abrazó y que tampoco pudo evitar llorar.

-Ha sido... Ha sido...horrible...Max... - lloró la chica – Esa mujer... Ella mató...a Lightning y...y... Me vio... Me violó toda la noche...

Max se quedó perplejo al oír aquello, invadiéndole un gran sentimiento de culpa mayor al que ya tenía.

-¿Ella te...?

-Ella me...tocó y violó toda la noche... Y...por la mañana...me... ¡Me torturó hasta que dije todo! ¡Por mi culpa todos...! Todos están... Están...

Max se retiró un poco de ella y ambos se miraron a los ojos. Ambos pudieron ver en los del otro un profundo sentimiento de tristeza y culpa. En especial, Max.

Vigilantes Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora