III. Ataque en el museo - PARTE 2

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Con precaución, One y Mai caminaban por las instalaciones con el objetivo de no ser vistos. No obstante, aquello no funcionó, pues Max, tras abrir una puerta, se los topó de frente.

-Mierda... - susurró Mai.

-¿Pero qué...? – se preguntó Max - ¿Se puede que hacéis vosotros dos? ¿Y por qué tu traje está destrozado, One?

-Pues...

-Déjame adivinar. Ha sido ella, ¿verdad?

-¡No es mi culpa! – recriminó la Vigilante.

-¡¿Cómo no va a ser tu culpa, idiota?! – gritó Max - ¡Solo hay una idiota en el mundo capaz de destrozar los trajes así!

-Vamos, vamos, Max, tranquilízate – trató One de calmar las aguas – No es culpa de Mai. Ella solo hacía lo que le pedí yo. Era un entrenamiento.

-¿Es que no le dijiste que podrías matarlo, Mai?

-Sí, me lo advirtió. Pero mira, he aguantado el golpe pese a la fuerza que ella empleó.

-Pero tu traje parece que no.

-Detalles menores, Max. Detalles menores.

-Detalles menores... - suspiró Max – Ve a la sastrería. Enseguida iré a arreglarlo.

-Gracias, Max.

-No me lo agradezcas. Pero escuchad vosotros dos. No volváis a hacer algo como...lo qué sea que hayáis hecho. La fuerza de Mai es... No sé si te lo habrá dicho, pero es abrumadora. Cualquier movimiento en falso y no serás más que un charco de sangre.

-Descuida, Max – lo calmó Mai – Jamás le haría daño a One, o a cualquiera de los nuestros. Era solo un entrenamiento, nada más. Pero no volveré a hacerlo, si con eso te quedas más tranquilo.

Max suspiró. Si algo sabía es que Mai no era una mentirosa. Si decía que no volvería a hacerlo, así sería.

-Como sea... - siguió – One, ve a la sastrería. Tengo que hablar con Mai.

-Bien. Te veré ahora.

One se marchó hacia la sastrería, el lugar de las instalaciones donde Max creaba, modificaba y reparaba los trajes de los integrantes del grupo, dejando atrás a este último y a Mai.

-¿Qué pasa, Max? – curioseó Mai.

-Quiero hablar contigo un momento. Vamos a tú habitación.

Mai llevó a Max hasta su habitación. Al llegar, ambos se sentaron sobre la cama, mirándose el uno al otro.

-¿De qué quieres hablar? – le preguntó la chica al sentarse.

-Es sobre esa mujer.

-¿Habéis descubierto algo?

-Quizá. Esto lo diré en alguna próxima reunión, pero quiero que lo sepas tú antes que nadie.

-No deberías hacer eso, Max. Todos deben enterarse a la vez.

-Da igual, Mai. A fin de cuentas, la única que podría plantarle cara a ella eres tú. Me temo que, más pronto que tarde, acabarás por pelear contra ese...monstruo de mujer.

-Tú dirás.

-Nos llegaron hace unas horas más videos sobre la general Shcherbakova. Está vez, actuales. Videos sobre lo que está sucediendo en la ciudad. Sus secuaces son también poderosos. Están capturando a muchos Vigilantes y se los llevan personalmente a ella.

-Deberíamos actuar cuanto antes, entonces – sugirió ella – Estoy segura que esa mujer no los invita a tomar el té a su casa.

-Desde luego que no. Por lo que sabemos el agente Jackson y yo, todos acaban... Bueno, ya te lo imaginarás.

Vigilantes Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora