Capítulo 11

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No hablaron luego de aquellas palabras que dijo Violeta, porque la cirujana había cerrado el momento con un apasionado beso, que terminó con ambas desnudas en el sofá, para luego caer en la cuenta de que ella debía estar en menos de treinta minutos comenzando su guardia en el hospital.

- Dra. Hódar, tenemos una emergencia. – Dijo la enfermera.

- ¿Qué pasa? – Dijo Violeta dejando de escribir en aquel folio.

- Han llamado los bomberos, necesitan un par de cirujanos en la escena, ha colapsado un edificio por un incendio, hay múltiple heridos y necesitan gente para hacer el triage y procedimientos de urgencia.

- Llama al cirujano de trauma, me iré primera en la ambulancia con otro enfermero.

Hacía mucho que no salía en una situación así, los últimos tres años en Londres no hacía muchos turnos ni guardias en urgencia, solía ser una cirujana de planta fija, tener pacientes calendarizado durante meses sin grandes cambios. Pero sentía la adrenalina en su cuerpo, lo extrañaba, extrañaba eso que le hacía recordar sus años de residencia en Nueva York.

Cuando dejó la ambulancia entendió la gravedad del incendio, todo era un caos, y la noche hacía aún más peligrosa la escena.

- Dra Hódar, necesito que se lleve una radio con usted, así nos podremos comunicar directamente. – Dijo uno de los bomberos.

- Entendido.

Comenzó su trabajo, vio varios pacientes en los cuales fue dejando la etiqueta de colores según el triage, mientras intentó mantener la calma debido a lo abrumador del ambiente.

- ¡Ayuda! Por favor ¡Que alguien ayude a mi esposa! – Escuchó los gritos no tan lejos.

Se acercó a pasos rápidos esquivando los escombros hasta encontrar a un chico de aproximadamente treinta años que tenía una gran herida en el cuero cabelludo.

- ¿Estás bien? ¿Dónde está tu esposa? – Preguntó casi gritando Violeta debido a que cerca de ahí el fuego aún seguía a todo furor.

- No ha podido salir, por favor, ¡Ayúdenos!

Violera intentó comunicarse por la radio, pero no funcionaba, genial, debía haber confirmado que aquel artefacto estuviera en buen estado antes de haber llegado tan lejos de las ambulancias y los camiones de bomberos.

- ¡Por favor, haga algo! – Dijo el chico que con ambas manos intentaba parar la hemorragia de su cabeza.

No llevaba la ropa adecuada para entrar al incendio, ni siquiera algún tipo de herramienta para hacerse paso, sólo llevaba su bolso de equipamiento de emergencia y unos guantes de protección.

- ¿Cómo se llama tu esposa?

- Laura.

Era una locura, y se arriesgaba a perder su trabajo al hacerlo, pero no sabía si la adrenalina o finalmente la vocación de salvar vidas la llevó a ingresar cerca de las llamas del fuego.

El calor de aquellas llamas le hizo cerrar los ojos e instintivamente llevarse los brazos protegiendo su rostro.

- ¡Laura! ¿Me escuchas? – Gritó hacia la zona en la que menos fuego había, donde aún lograba ver el suelo.

No obtuvo respuesta, de forma insegura dio dos pasos en frente y volvió a gritar en busca de la chica.

- ¡Ayuda!. – Escuchó un agonizante grito de lo que parecía un cuerpo bajo una mesa cerca de donde ella estaba

...

- Dr. Bona, ¿Es usted primo de la Dra. Hódar, no?

El castaño asintió rápidamente con la cabeza, al parecer tenía un nudo en la garganta que no le dejaba hablar.

Latidos (KIVI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora