Violeta detalló la puerta de la casa donde había vivido la mayoría de su infancia, adolescencia y de la cual huyó finalmente al salir del instituto, sus padres aún vivían en aquella casa estilo española antigua en la zona sur de Granada, el antiguo Mercedes Benz de su padre se encontraba fuera de la casa recibiendo los débiles rayos de sol de aquel día.
Sus manos con una capa de sudor por los nervios volvieron a delatar que quizás había tomado una precipitada decisión al tomar un repentino vuelo sin avisar. Chiara se había despertado asustada aquella noche cuando ella había comenzado armar una ligera maleta. Su chica había dado su aprobación con una pequeña sonrisa y al despedirse decirle que se cuidara y no olvidara de llamarle.
Tocó el timbre mientras se arreglaba la bufanda color terracota que le había regalado su novia en uno de sus aniversarios. Se volvió a preguntar si se había demorado mucho en tomar una decisión, habían pasado dos meses desde que su madre se había presentado en Madrid, y además de algunas llamadas escuetas ella no había vuelto a saber de su familia.
"Ya voy" resonó atrás de la puerta, esa era la voz de su padre, podría reconocerla aunque pasaran 100 años, apretó la mandíbula mientras volvía a detallar la vieja pintura de la puerta.
La imagen su padre apareció bajo el marco de la puerta, estaba más flaco que cuando le había visto el año pasado. Llevaba una barba descuidada y una vestimenta casual que le hizo desconocer un poco al hombre, vaya, parecía que Juan Carlos Hódar el mejor cirujano cardiovascular finalmente se tomaba unas vacaciones.
- Hola padre. – Saludó con un tono firme.
- Violeta... - Respondió el hombre con asombro.
Su madre apareció tras las espaldas del hombre, ella sólo le dirigió una sonrisa luego de dar un sonoro "Entra".
Sus pies reconocieron el piso de madera caoba de la casa, y se sintió igual que una adolescente luego de un largo viaje de verano a punto de ser reprendidas por sus padres por no haber llamado todos los días.
...
- No voy a usar un vestido blanco chicas, no. – Dijo Chiara mirándose al espejo por milésima vez en el día.
- Pero Chiara, ¡Uno sólo se casa una vez! – Recriminó Denna.
- ¿Y por qué debería ir con un vestido blanco? Estamos en el siglo XXI, un vestido blanco no me hará más digna del amor de Violeta, y créanme que mi madre ya sabe que no voy a llegar virgen al matrimonio.
Todas rieron mientras Martin rodaba los ojos, él entre todos era el que estaba más entusiasmado ya que finalmente Chiara le había encargado la tan importante acción de llevar a su mejor amiga frente a Violeta cuando fuera la boda.
Chiara volvió a negar mirándose en aquel vestido blanco, no harían una boda en una iglesia, ni aunque hubiese sido posible, la cardióloga hacía años que había dejado de tener una religión y Violeta se había mostrado totalmente de acuerdo de hacer la ceremonia en un hermoso lugar retirado de la ciudad que contaba con un hermoso jardín, salón de baile y una piscina.
- ¡Además me hace un culo enorme! – Hizo una mueca.
- Claro que no chica, seguramente Violeta podría opinar mucho mejor sobre ello. – Dijo mordazmente Ruslana.
Giró los ojos mientras volvía a buscar otro vestido, quizás un vestido celeste iba mejor o uno rosa palo, no podía creer que se estuviera comiendo la cabeza con aquello, pero al final, se iba a casar con Violeta, con la cirujana de la cual se había enamorado perdidamente.
- Siempre puedes ir con tu uniforme clínico y la bata blanca. – Picó Martin riendo.
...
Tiró el folio sobre el escritorio de la oficina de su padre, le había sorprendido que su padre hubiera tenido que ser operado con un triple bypass luego de unas semanas de su infarto.
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Latidos (KIVI)
Fiksi PenggemarChiara es la cardióloga del Hospital General de Madrid, donde su vida se verá llena de cambios desde que llega la nueva cirujana cardiovascular, Violeta. ¿Qué podría resultar de una combinación tan potente? Historia original, escrita por Sidwaay.