01. desilución y profundo dolor

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Al comenzar el nuevo año escolar, Katsuki Bakugo se encontraba, una vez más, esperando frente a la puerta de la casa de los Asakura. Aunque era parte de su rutina, aquel día sentía que había algo distinto en el aire, una sensación que no lograba identificar. Cuando finalmente Hana salió, su habitual energía no estaba acompañada por la sonrisa radiante que solía iluminar su rostro.

Mientras caminaban hacia la escuela, ella se mantenía extrañamente en silencio. El cenizo, que por lo general disfrutaba esos momentos de tranquilidad en los que no hablaba sin parar, sentía que algo no estaba bien. Después de varios minutos de incómodo silencio, la pequeña rompió la calma.

Kacchan... —murmuró, mirando al suelo y jugando con la correa de su mochila—. ¿Sabías que el año pasado muchos de mis compañeros manifestaron su quirk?

La miró de reojo, sorprendido por el tono melancólico en su voz.

—¿Y qué? —preguntó, tratando de sonar desinteresado, aunque su curiosidad lo picaba.

—Bueno... todos, menos yo —continuó, su voz apenas audible—. Me da miedo que... que los demás me rechacen porque no tengo un quirk todavía. ¿Y si nunca tengo uno?

El de cabello cenizo frunció el ceño, deteniéndose en seco. Aunque su manera de ser solía ser mucho más brusca, ver a la ojirosa tan desanimada lo perturbaba de una forma que no podía explicar. Sin saber exactamente cómo abordar la situación, su voz salió más fuerte de lo necesario.

—¡Deja de decir tonterías! —exclamó, con un tono que trataba de ser firme pero que mostraba su preocupación—. No importa si no tenés un quirk todavía. ¡Vas a tener uno, ya vas a ver! Además... —hizo una pausa, claramente incómodo con lo que estaba a punto de decir—. Puedes usar el mío si querés.

Lo observó con sus grandes ojos rosados, sorprendida por la oferta. Y entonces el cenizo se sintió torpe y descompuesto ante su propia propuesta, aunque trató de ocultar su incomodidad con una expresión desdeñosa.

—¡No es que me importe si lo haces o no! —añadió, con un tono de superioridad que intentaba disimular su propio nerviosismo—. Solo... no quiero que te pongas a llorar todo el tiempo. Es molesto.

Antes de que Hana pudiera responder, unos adolescentes que pasaban cerca los notaron.

—Mira que lindos —comentó la chica con una sonrisa burlona, observando la interacción entre Katsuki y Hana—. Son tan tiernos juntos.

El comentario hizo que Katsuki sintiera cómo se le calentaba la cara de pura rabia. Antes de que pudiera replicar, el chico, que iba de la mano de la chica, añadió con una sonrisa burlona:

AFTK | Bakugo KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora