12. una estupidez

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Bakugo salió del aula con la misma actitud desafiante que lo caracterizaba, sus manos metidas en los bolsillos del pantalón y la mandíbula apretada. No había pasado ni un mes desde que aquella pelirroja había desaparecido de su vida, y sin embargo, ahí estaba, esperándolo en su camino, nuevamente. En el mismo lugar de siempre.

Lo miraba con el ceño fruncido, los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión de fastidio que no intentaba ocultar. «Mierda», pensó, relamiendo sus labios con irritación. La conocía demasiado bien, sabía lo que venía, y no estaba de humor para enfrentarla.

Así que optó por lo que mejor sabía hacer: pasar de largo, fingir que no la veía. Pero ella nunca lo dejaba en paz tan fácil.

Apenas había dado unos pasos cuando sintió la mano de la ojiazul cerrarse alrededor de su brazo. El joven se detuvo, clavando la mirada en el suelo por un segundo antes de girar lentamente para mirarla. No había mucha diferencia de altura entre ambos, solo unos tres miserables centímetros, pero en ese momento, cada milímetro parecía una barrera infranqueable.

Con Hana, la chica a la que claramente odiaba, la diferencia de altura era mayor, y eso lo ponía en una posición de control. Con Kaori, todo era distinto. La joven solía ser quien siempre quería tener la última palabra, pero ahora había algo diferente en sus ojos azules, algo que no había visto antes. Desesperación.

Lo observó un instante en silencio, mordiéndose el labio inferior como si tratara de encontrar las palabras exactas. Lo que ella no sabía es que él ya sabía lo que iba a preguntar, y estaba seguro de que su respuesta solo empeoraría la situación. Pero que deseara preguntarlo, a pesar de todo, solo alimentaba su rabia.

—¿De verdad estás saliendo con ella? —preguntó finalmente, su voz apenas un susurro antes de que ganara algo de fuerza—. ¿O lo haces solo para molestarme?

El chico la miró con indiferencia al principio, pero debajo de esa fachada su irritación crecía. Esa pregunta lo golpeaba en todos los lugares equivocados. No por el hecho de la mención de aquello, sino porque evidenciaba, una vez más, que la muchacha nunca había confiado realmente en él.

Siempre había estado esa maldita desconfianza, esa duda que le carcomía los nervios. Y el hecho de que ella lo hubiera bloqueado en todas sus redes sin siquiera dar una explicación, que hubiera desaparecido por un mes, que se hubiera visto con otro tipo durante ese tiempo… Todo eso lo enfurecía más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Pero claro, no iba a decirle nada. No tenía por qué darle explicaciones, y mucho menos cuando ella había sido quien lo dejó atrás.

—No es de tu maldita incumbencia —respondió, con la voz ronca y llena de rabia contenida.

AFTK | Bakugo KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora