08. reglas

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El sonido metálico de los cubiertos chocando contra los platos era lo único que rompía el silencio sepulcral que reinaba en la mesa. Usagi, la madre de Hana, hablaba animadamente, su voz resonando en el aire inmóvil de la habitación. A pesar de su entusiasmo, sus palabras parecían deslizarse sobre una superficie de hielo, sin penetrar el manto de pensamientos que envolvía a los otros dos comensales.

La ojirosa permanecía en silencio, su mirada perdida en el vacío del plato. A su lado, el señor Asakura, su padre, también comía en silencio, su rostro serio, concentrado en sus propios pensamientos. El murmullo alegre de la mujer apenas los tocaba, como si fuera un eco lejano de una vida pasada, una vida en la que el silencio no tenía tanto peso.

De pronto, el ruido de los cubiertos del hombre al dejar de chocar contra el plato rompió la monotonía del ambiente. Levantó la vista y observó a Hana con una mirada inquisitiva, casi perforante.

—¿Qué pasó en el colegio, Hana? —preguntó, su voz grave cortando el aire. La jóven lo miro, sus palabras murieron en su garganta, desconcertada, mientras los nervios comenzaban a apoderarse de ella—. Me llamaron.

La de cabello azabache sintió un nudo formarse en su estómago, sus dedos temblaban ligeramente mientras asentía con miedo.

—Bueno —comenzó nerviosa—. Seguro ya te lo habían dicho, pero... perdí el control —murmuró con un hilo de voz.

El señor Asakura negó con la cabeza, su expresión severa.

—Sabes que si tú deseas, podemos cambiarte de academia —propuso con calma—. O si no lo quieres irte de la U.A. haremos que cambien a Bakugo, sabes que también podríamos hacerlo.

La jóven levantó la mirada, sorprendida.
—No, no es necesario —respondió rápidamente, la voz apenas un susurro—. Solo fue un momento... estaba muy estresada.

Buscó excusas desesperadamente, palabras que no lograban borrar la sombra de desaprobación en los ojos de su padre.

Él asintió, no muy convencido, sus labios formando una línea delgada. Justo cuando iba a decir algo más, el sonido del timbre resonó a través de la casa, haciendo que todos se quedaran inmóviles, desconcertados. Usagi dejó sus cubiertos sobre la mesa y miró hacia la puerta, confundida.

—¿Quién podría ser a esta hora? —preguntó, levantándose lentamente.

La menor sintió una oleada de pánico. Al momento que recordó que Bakugo le había dicho que vendría a su casa.

—Yo... yo ya terminé de comer, veré quién es —dijo rápidamente, levantándose de un salto, casi tropezando con sus propios pies en su prisa por llegar a la puerta. Abrió rápidamente y salió, encontrándose con el ceño fruncido y la expresión de desconcierto de Bakugo.

AFTK | Bakugo KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora