2. El primer encuentro

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El club estaba zumbando, la música era fuerte y estaba lleno de personas hermosas bailando junto a la alberca, la decoración era lujosa pero relajada y meticulosamente dispuesta.

El champagne fluía como una fuente sin fin, mientras que platillos deliciosos desfilaban en manos de meseros con precisión perfecta, nada estaba fuera de lugar.

Las sombrillas blancas con pequeños flecos blancos, ofrecían una sombra tenue al despiadado sol, pero no era suficiente para un poco de este se colara para tostar las perfectas pieles de los adinerados visitantes de este lugar.
 
 
En una mesa grande se encontraba el grupo de amigos, bebían y comían sin ningún tipo de reserva, las risas eran fuertes mientras brindaban por cualquier tontería, Sergio, sin embargo, observaba a un hombre rubio bailar enfrente de la alberca rodeado de gente, pero era imposible que pasara desapercibido, su cuerpo brillaba gracias a una combinación de sol, bronceador y sudor.

Cuando sus ojos se encontraron, una sonrisa coqueta se le escapó, la cual fue notada rápidamente por el rubio el cual la devolvió sin titubeo, los ojos de ese hombre brillaban como el mar, era hipnotizante, Sergio levantó su copa haciendo una obvia invitación mientras con sus dedos acariciaba su mentón de manera coqueta, el rubio le dijo algo a su compañera de baile la cual regresó a ver a Sergio, estaban claramente hablando de él, pero le divertía ya que era obvio que la atracción era mutua, lo cual se confirmó cuando el rubio comenzó a moverse entre la gente para llegar a él.
 

Sergio lo veía atentamente acercándose a él, era como si hubiera tirado un anzuelo, y el pez más grande hubiera picado,  rubio pensó exactamente lo mismo, ya que, desde que el grupo de amigos lidereado por Sergio hizo su entrada, sus ojos se postraron en él, había algo en Sergio que lo cautivó, era su actitud, muy seguro de sí mismo, casi altanero, como si fuera dueño del lugar, o era su sonrisa absolutamente perfecta, el rubio lo tomó como un reto.
 

-Hola bonito, ¿bailas? -  dijo el rubio con una sonrisa coqueta, viéndolo solo a él.
 

Sergio contestó mirándolo a los ojos de una manera casi lasciva, le ofreció una media sonrisa y se paró a su lado, era más bajo que él y claramente más joven pero su actitud lo elevaba metros sobre el hombre más alto.

El cuerpo del rubio era perfecto, solo llevaba un pequeño bañador azul con pececitos de un azul más claro, a Sergio le dio risa que un hombre tan sexy usara un bañador tan infantil. Sergio por otro lado llevaba puesto unas bermudas color crema y una fresca camisa de lino blanca, llevaba lentes oscuros que se amoldaban perfectamente a su rostro.

Sus amigos en la misma mesa notaron el atrevimiento y se miraban uno a otro con sonrisas divertidas y silencio incomodo.

Era normal que tanto hombres como mujeres se acercaran a ellos, al fin y al cabo, eran guapos, jóvenes y privilegiados, eran miel para las moscas.

Saint Tropez era un nido de hombres como Max, hermosos, hambrientos de dinero y sin moral o miedo a las consecuencias.
 

La música era perfecta, todos los presentes bailaban con desapego, estaban casi en frente del DJ así que no podían escuchar mucho de lo que podrían intentar hablar, asi que cualquier conversación que quisieran tener, los acercaría peligrosamente.

El calor era intenso entonces el sudor se hizo presente, ambos bailaban al ritmo de la música electrónica con ritmos latinos, las manos del rubio de repente decidieron rodear la cintura de Sergio para atraerlo, él lo dejó, la intensidad del baile era excitante, Max olía a coco gracias al bronceador, Sergio olía a una mezcla de madera y cuero, a pesar de ser mas joven, era muy masculino y dominante, tomo control del baile de inmediato.
 
 
En su mesa los amigos de Sergio observaban a la pareja en la pista de baile.   

Dark ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora