Día 6. Confesión de Amor

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Desde que nació Aemond siempre había sido relegado, su madre, la reina Alicent era una mujer que fue obligada a casarse demasiado joven con un rey demasiado mayor a ella y que no la amaba, nunca lo haría mientras el fantasma de la reina Aemma Arryn lo atormentara.

Aun así, su madre cumplió su deber y dio al rey cuatro hijos, Aegon, Helaena, él y el menor de ellos Daeron. Su padre se preocupó poco menos que nada por ellos y su madre, a su manera los cuidaba y amaba.

Aemond tenía 3 años cuando recuerda que se topó a su media hermana Rhaenyra en las cocinas de la Fortaleza Roja, su hermana siempre fue la favorita de su padre y tal parecía que el amor de él era solo para ella. Se asustó al verla pues se había escabullido de sus aposentos cuando en una travesura hecha por Aegon y él habían arruinado uno de los vestidos de su madre y como castigo lo había mandado a la cama sin cenar.

Cuando Rhaenyra lo vio se acercó a él, apenas estaba intentando agacharse a su altura pues su hermana tenía ya una bebé en su estómago, eso lo pudo saber porque su madre se veía así antes de que Daeron naciera.

-¿Qué estás haciendo aquí? - le preguntó su hermana, su voz no sonaba enojada, sino más bien curiosa.

Apenas estaba pensando en que decirle cuando su estómago lo delató - ¿tienes hambre? - Rhaenyra preguntó cuando escuchó el gruñir de su barriga.

Agachó la mirada al piso y asintió lentamente.

-Ven aquí.

Rhaenyra le extendió la mano para que Aemond la tomara y comenzaron a caminar hacia los aposentos de Rhaenyra.

Ella lo invitó a entrar y a cenar con ella, su esposo Laenor lo miró con extrañeza, pero no lo trato mal, le ofreció de lo que tenían en la mesa y Aemond aceptó.

La verdad es que la cena fue deliciosa y había muchísimas cosas, tal parecía que los Velaryon no escatimaban en los ingredientes y especias que enviaban para la princesa heredera y su esposo ahora que ella esperaba a su primogénito.

Rhaenyra tenía un apetito voraz pues eligió de entre varios platillos y al final, las cocineras llevaron una gran bandeja con pastelillos de limón, fresa, arándano e higos confitados.

Aemond nunca había visto tantos dulces en su vida, su madre siempre les limitaba todo así que pocas veces les permitía comer algún dulce. Laenor entre risas le dijo a Aemond que el bebé que Rhaenyra tenía en la barriga sería de pastelillos pues estos se habían convertido en la perdición de Rhaenyra.

El niño rio y tomó con algo de timidez algunos pastelillos que Rhaenyra le ofreció de su bandeja.

Después de esa ocasión, Aemond comenzó a visitar con más frecuencia a su media hermana, la pasaba bien, Rhaenyra le leía algunos de sus libros en alto valyrio y cantaba algunas canciones de cuna que Aemond le había prometido él cantaría para cuando su sobrino naciera.

Unas cuantas lunas después Aemond paseaba por la fortaleza acompañado de una de sus nodrizas, se dirigía a los aposentos de su hermana cuando escuchó fuertes gritos, vio a las parteras y algunas sirvientas llevando agua y telas limpias a su recamara, pudo escuchar a su hermana maldecir a alguna de las matronas y Laenor estaba afuera de la habitación caminando de un lado a otro.

Cuando lo vio, éste le sonrió y le dijo que su sobrino por fin estaba naciendo, se quedó a su lado mientras esperaban por noticias. No pasó mucho tiempo para que la dama de Rhaenyra, Elinda, saliera de sus habitaciones y anunciara con alegría que Rhaenyra había dado a luz a un pequeño pero saludable bebé.

Él y Laenor fueron los primeros en entrar a su habitación y caminar hacia donde ella se encontraba. Se veía exhausta, pero tenía una enorme sonrisa mientras acurrucaba a un pequeño bulto entre sus brazos.

Jacemond Fest 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora