Día 18. Reencarnación

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Luchaba por mantenerse despierto en el tren; había escogido el lugar más escondido y alejado de todos con la esperanza de que nadie le pidiera su boleto, no tenía uno, se había colado sin que nadie lo viera, lo había venido haciendo tres estados atrás, quería alejarse lo más que pudiera de su prisión.

Faltaba poco para llegar a la estación siguiente, el pequeño monitor del tren marcaba quince minutos para llegar a la estación y a lo lejos él podía ver como el encargado del tren se acercaba fila por fila pidiendo sus boletos a todos los pasajeros.

Se levantó de su asiento y caminó al vagón donde se encontraba el baño con la esperanza de esconderse el tiempo suficiente para llegar a la siguiente estación y bajar del tren; no tenía gran cosa así que solo tomó la pequeña mochila que llevaba con él y se escabulló de nueva cuenta por el tren. En el baño abrió el grifo de agua fría para despertarse, funcionó, el agua se llevó el sueño y sus rizos rebeldes se acomodaron de mejor manera en su cabeza, secó su cara como pudo con las mangas de su sudadera y se cubrió la cabeza con la capucha de la misma, salió del baño y se acercó a la puerta de salida del vagón del tren.

Llegaron a la estación justo a tiempo para que él pudiera huir sin ser atrapado por la vigilancia del tren. Caminó por la estación buscando lo que fuera posible tomar sin que alguien lo extrañara, se acercó a un pequeño local dentro de la estación que vendía sándwiches y café, la linda chica del mostrador le sonrió con amabilidad y como si pudiera leer su mente le ofreció un sándwich y un jugo sin cobrarle nada.

- Va por cuenta de la casa. - le dijo la chica con una sonrisa amable en el rostro - un acto de bondad debe ser pagado con otro.

Miró con extrañeza a la chica, él no había realizado ningún acto de bondad recientemente así que le pareció extraño que ella mencionara eso, aunque bueno, era difícil confiar en su memoria, en el sanatorio se habían encargado de freír su cerebro hasta que ya no fue capaz ni de recordar su nombre o el rostro de su familia, así que tal vez era posible que hubiese hecho algo noble de lo que seguramente no se acordaba.

Aún así, le sonrió a la chica y le agradeció antes de voltearse y continuar caminando, así que no escuchó las últimas palabras de la chica.

- Viaje bueno Jacaerys.

*****

Un hombre vestido de traje tenía un periódico en la mano que terminó de leer y dejó sobre la mesita en la que reposaba su taza de café, cuando se levantó y se fue de ahí, se acercó al lugar y lo tomó, comenzó a leerlo, le gustaba leer, mantenerse informado de la guerra o de los incrementos a los precios de los productos no eran mucho de su interés, pero leer le brindaba un escape seguro de todo lo que su atormentada mente tenía, eso y saber el día que estaba viviendo y que su tan anhelada libertad no era solo un producto de su imaginación.

Comenzó a leer su sección favorita del periódico, esa parte de sociales que narraba como grandes familias de abolengo ofrecían bailes y fiestas en honor a algún miembro de su familia o solo para recabar fondos para alguna beneficencia o para enviar más recursos a su ejercito que se encontraba en la guerra.

Le gustaba ver las fotografías tomadas a los asistentes a dichas fiestas, eran a blanco y negro, pero él imaginaba los colores reales de esos bonitos vestidos, extravagantes abrigos de pieles o la textura de las telas y cuentas que adornaban los cuerpos de los asistentes.

Él era un omega, lo sabía porque en el hospital siempre estuvo en el ala destinada a los omegas, pero jamás había utilizado nada como lo que veía en las fotografías, solo conocía las batas de hospital y las camisas de fuerza que le ponían cuando se portaba mal o intentaba escapar de aquel sanatorio.

Jacemond Fest 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora