Día 7. Cachorros

130 7 0
                                    


Desde que tuvo uso de razón, Aemond siempre quiso tener un cachorro, tenía cuatro años cuando su madre tuvo al más pequeño de sus hermanos, él había estado feliz con el bebé y ayudaba a su madre a alimentarlo y cuidarlo.

Luego, años después de eso se había presentado como Omega, estuvo feliz con eso pues su anhelo de llevar un cachorro en el vientre lo podía visualizar más claro que nunca. Era joven, un omega atractivo y fértil, solo tenía que encontrar al Alpha adecuado.

Cuando entró a la universidad tuvo un accidente que lo dejaría marcado para siempre. Era su segundo año en la universidad y él apenas iba de regreso de sus vacaciones de verano, se dirigía al departamento que rentaba dentro de la universidad, había muchos estudiantes de nuevo ingreso y muchos más haciendo esas famosas "iniciaciones" en las fraternidades.

Se descuidó solo un par de segundos cuando unos chicos evidentemente alcoholizados se atravesaron en su camino, frenó a tiempo para evitar arrollarlos con su auto, pero el auto que venía detrás no alcanzó a frenar lo suficientemente rápido, empujó su auto hacia la mitad del cruce de la avenida, por suerte el golpe no había sido muy fuerte, solo había sentido un ligero tironeo por el cinturón de seguridad.

Apenas intentaba reaccionar sobre lo que recién había pasado cuando un auto que iba cruzando la calle, se estampó con fuerza contra su auto, ese golpe sí que fue mucho más grave. Quedó inconsciente y algunas personas se acercaron para brindarle ayuda y llamar a la ambulancia.

Cuando despertó su madre y hermanos estaban ahí, todos lo miraban con pesar y algo parecido a la lástima, ninguno de ellos quería decirle lo que había sucedido en el tiempo que estuvo inconsciente, así que espero a que el doctor llegara para preguntarle lo que le había sucedido.

El diagnostico fue devastador, tenía una pierna fracturada, un par de costillas rotas también, el golpe del auto había regado algunas esquirlas metálicas y vidrios que habían dejado marcas en su rostro, y a punto estuvo de perder su ojo izquierdo, las cicatrices se irían desvaneciendo poco a poco, pero una de ellas era demasiado grande y profunda y atravesaba de su mejilla hasta su ceja izquierda.

Pero lo peor fue escuchar al doctor decirle que su útero había sufrido graves daños, por lo que era muy posible que no pudiera tener cachorros nunca, su útero no podría conservarlos en su interior. Eso fue el golpe que necesitaba para caer en una depresión terrible.

Sus huesos rotos sanarían, las marcas en su rostro se desvanecerían eventualmente, pero su alma estaba rota, su cuerpo no sería capaz de mantener seguro a un cachorro y ahora su rostro que alguna vez fue hermoso estaba marcado.

Se alejó de todos sus amigos y familia, no dejaba que lo ayudaran o sintieran lástima por él. No salía de su departamento y solo comía una vez al día, perdió peso y tardó mucho en recuperarse de sus costillas y pierna rota.

Cuando fue capaz de volver a salir y caminar sin ayuda de muletas o bastón, fue que decidió que intentaría por todos los medios posibles tener a su cachorro. Primero fue a un médico especialista quien le indicó que no era seguro y que podría morir en el intento, le sugirió como alternativa la adopción, pero eso no era suficiente para él.

En un último consejo, el médico le dijo que tal vez podría mantener un embarazo exitoso si el cachorro fuera engendrado entre él y su destinado, le explicó que cuando una pareja destinada se encuentra, Alpha y Omega se enlazan y el omega dentro de él cuidaría y protegería a toda costa a ese cachorro.

Eso le dio algo de esperanza, pero también lo llevó por la senda de la desesperación, cómo encontraría a su destinado si ya no tenía ánimo siquiera de salir a la calle, su rostro tenía una cicatriz horrenda que atravesaba la mitad de su cara, ¿cómo podría lograrlo?

Jacemond Fest 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora