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Su rostro no ha cambiado mucho, verlo es irreal, creí jamás volver a verlo.

Después de descargar toda mi frustración en el cementerio decidí no volver a la universidad, Ángel me ha mandado muchos mensajes, sin embargo no he contestado ninguno, ni siquiera estoy listo.

Estacioné la motocicleta y solo puedo observarlo a lo lejos, soy un cobarde, no soy capaz de acercarme a él, pero verlo a la distancia tampoco me ayuda mucho, mierda, necesito un cigarrillo, no que sean varios.

Me fui detrás de uno de los edificios para no verlo, me senté en el suelo con el casco a un lado y me encendí un cigarro.

—¿Por cuánto tiempo vas a evitarme? —escuche su voz un poco más profunda que antes, parado a mi lado.

Maldita sea, puedo ver su rostro con más claridad, sus pecas y su cabello rizado, lo seguí con la mirada al sentarse frente a mí.

—Fumar te hará daño —señalo con su mirada, me saque el cigarro de la boca y lo apague

—¿Qué haces aquí? —pregunté

—Solo vine a saludar —me dio una pequeña sonrisa.

—No deberías estar aquí —murmuré

—No debería, tienes razón —canturreó recargándose sobre sus manos —Pero me arriesgaré —sonrió dirigiendo su mirada a la mía

Mis manos temblaban, me da miedo incluso hacer un sonido, ¿Debería correr? Él fue el que me dijo que no quería volver a verme ¿Por qué mierda está sentado frente a mí?

—No has cambiado mucho —dije sin embargo, con voz temblorosa

—Al parecer tu sí —me respondió al instante —Ese tatuaje es nuevo —señalo mi cuello

Me pasé la mano por el cuello cerca de mi clavícula y lo vi a él, de hecho él fue quien me dio la idea en un principio.

L'amore è nella solitudine «El amor está en la soledad» es una frase que Giovanni decía mucho durante la preparatoria. Dudo que lo recuerde, pero a mí me marcó demasiado.

—¿Cómo has estado? —murmuro tan bajito que apenas pude escucharlo

—Sobreviviendo —contesté sincero —¿Qué me dices tu?

—No me quejo, pero gracias por preguntar —me contesto un poco bromista

—¿Medicina? —señale la bata en sus manos

—Me veo guapo de blanco —se encogió de hombros, a lo que yo sonreí

—Tienes razón —mierda, la cague, él se quedó en silencio unos segundos.

—¿Ahora manejas motos? —cambió de tema, señalando el casco a mi lado

—La compré después de salir de preparatoria

—Te sienta bien, siempre me dijiste que querías una —su sonrisa me llenaba por completo.

—¿Aun vives en el mismo barrio? —pregunté casual

—No, vivo solo cerca de aquí desde hace unos meses

—¿Cómo están tu madre y tus hermanos?

—Ellos están bien, mi madre volvió a casarse y tuvo otro hijo

—Así que ahora son cuatro —sonreí recordando a todos.

—Si, son un infierno —dijo entre risas, mierda, tengo que correr

—También tengo tres hermanos, no te preocupes —sonreí de lado, ignorando completamente a mi mente.

Él se me quedo viendo un poco extrañado

VendettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora