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LISA

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LISA

─No entiendo por qué la dejó escapar. Choca severamente con su perfil ─ le digo a Jackson mientras llegamos a la estación de policía. ─Un sádico sexual que ha protagonizado una serie de asesinatos no libera a una víctima sin más.

─Yo tampoco lo entiendo. La chica está tan traumatizada que no permitió que la trajeran con nosotros. Dijo que teníamos que venir aquí y que sólo hablaría contigo. Ni siquiera han dejado entrar a su padre. Dijo que no podía hablar con él hasta que hablara contigo.

Confundida, entro rápidamente en la comisaría, dejando las presentaciones en manos de Jackson. ¿Por qué dejarla en esta ciudad? ¿Por qué dejarla ir?

Mil preguntas pasan por mi cabeza a medida que entro en la habitación donde la tienen retenida. Está temblando, con los ojos muy abiertos y asustada, envuelta en una manta.

En la habitación hay tres hombres y una mujer, todos a una distancia considerable de ella. Está aterrorizada, lo cual es comprensible, y lo más probable es que ya haya sufrido varios ataques de pánico como consecuencia de que alguien se le acercara demasiado.

─Soy la Agente Especial Supervisora Manoban ─ le digo en voz baja, tratando de mantener un tono cálido y no impositivo.

Sus ojos se posan en los míos e inmediatamente empieza a sollozar. Todos parecen tan confusos como yo.

─ Él... me... dijo... que me pusiera en contacto contigo... sólo contigo, ─ dice entre sollozos. ─Dijo que no podía enseñárselo a nadie hasta que... tú... Nadie más que tú.

Estoy desconcertada, y avanzo cuidadosamente un paso.

─ ¿Enseñarme qué, Erica? ─ le pregunto, poniéndome cautelosamente en cuclillas delante de ella, para parecer más pequeña, menos amenazadora.

─Esto, ─ dice, apartando la manta y subiéndose la falda para mostrar la parte interna de su muslo vendado. La venda está cubierta de sangre y miro a la oficial que tengo más cerca.

─No nos ha dejado hacerle un chequeo. Se negó hasta que usted llegó, ─ dice, respondiendo a mi silenciosa pregunta.

Erica arranca la venda, quitándosela, y veo las palabras que él ha grabado en su piel.

'A SALVO.'

Incluso hay un punto.

No tiene sentido.

─ ¿Él te dijo adónde iba? ─ Le pregunto.

Solloza y niega con la cabeza. ─Dijo que me mataría si no seguía sus órdenes. Dijo que volvería por mí. Me llevó una vez; podría llevarme otra vez. Dijo que siguiera sus órdenes al pie de la letra y me dejaría vivir.

─ ¿Y te ordenó que me enseñaras esto? ─ Pregunto, aun tratando de entenderla.

─Sí. Que te trajera aquí para mostrarte esto. Eso es todo lo que tenía que hacer, y me dejaría vivir.

Justicia Divina - Jenlisa | G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora