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Quisiera yacer a tus pies y morir en tus brazos

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Quisiera yacer a tus pies y morir en tus brazos.

-Voltaire

JENNIE

El dolor recorre mi cuerpo, y mi oído no percibe más que un constante rugido de disparos interminables.

Grito mientras ato mi pierna para ayudar a detener la hemorragia. El pecho y la espalda me duelen por la cantidad de balas que se han clavado en el chaleco, pero que no lo han atravesado. El hombro me arde por el roce, pero el dolor queda eclipsado por la bala que me ha atravesado la mano.

A continuación me envuelvo la mano, luchando con manos temblorosas mientras aguanto el dolor. La voz de Félix suena por el auricular, y tomo aire, respondiendo con disparos a los hombres que tengo detrás.

─ ¡Tienes que salir de ahí, Jennie! ¡Saben lo del sótano!

─No puedo ─ digo con esfuerzo, disparando desde la esquina y acertando a un tipo en la rodilla. Este cae, con su MK 47 esparciendo balas salvajemente mientras se desploma. Una bala perdida alcanza a otro de los oficiales, pero no lo suficiente como para matar al cabrón.

─ ¡Tienes que hacerlo! ─ Félix ladra. ─ ¡No has llegado hasta aquí para morir, joder!

Me rehúso a dejar caer las lágrimas mientras echo la cabeza hacia atrás a tiempo para evitar una nueva avalancha de balas. La barrera de escritorios que he construido no seguirá frenando las balas. Los tres que he colocado juntos sólo las detendrán un poco más.

─Tengo que hablar con ella ─ digo en voz baja, ahogando un sollozo cuando intento ponerme de pie, sólo para volver a desplomarme cuando la pierna me duele demasiado como para cooperar.

─ ¡No! No te vas a despedir, Jennie. No voy a dejar que hables con ella. ¡Sal de ahí! La carga no se puede detener y lo sabes. Es un seguro ante fallos. Tienes nueve minutos y cincuenta y cuatro segundos.

Me golpeo la nuca contra el escritorio, con la vista nublada por las lágrimas que se acumulan en mis ojos. Miro la puerta, desconsolada. Esos seis metros parecen mucho más distantes con la interminable lluvia de disparos.

Son más difíciles de matar de lo que esperaba. No tan cobardes como habíamos predicho.

En todo lo demás teníamos razón.

─Te quiero ─ le digo a Félix, reprimiendo el dolor mientras giro para disparar más.

─Te odiaré si mueres ─ dice furioso.

Puedo oír las lágrimas en su voz, saborear su dolor desde aquí.

─El fuego se acerca, Jennie. En nueve minutos exactamente. Sal. De. Una. Puta vez de ahí.

─ ¿Recuerdas cuando éramos niños y encontramos ese cartucho de dinamita en el sótano de tu padre?

─No, Jennie. ¡No lo hagas, joder! ─ me suplica al tiempo que las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos.

Justicia Divina - Jenlisa | G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora