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JENNIE

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JENNIE

Me escondí de mi novia en un armario después de derramar estúpidamente un cuenco de tachuelas. Luego me metí en una pequeña caja de medios que había en la furgoneta de Félix, y allí me escondí durante una hora mientras él hacía su excursión semanal de baloncesto con los niños a los que ayudo a financiar un programa especial. Me quedé atrapada allí porque la caja no se puede abrir desde dentro.

El cabrón lo hizo a propósito para darme una lección, y más tarde le daré una patada en el culo por eso.

Estoy agotada y solo quiero tumbarme en mi cama hasta que Lisa pueda escaparse del trabajo, cuando doy la vuelta por el pasillo del hotel y veo a Somi mirándome con odio, esperando junto a mi puerta.

Me gustaría que se fuera de este hotel.

─ ¡Tú! ─ sisea.

─ ¿Qué he hecho? ─ pregunto, confusa.

─ ¿Te suenan las rosas?

Sonrío mientras abro la puerta de un empujón, y ella pasa a mi lado chocando su hombro contra el mío.

─ ¿Te gustaría entrar? ─ le pregunto secamente.

La puerta se cierra y ella se da la vuelta, señalándome con un dedo acusador.

─No te hagas la graciosa, Jennie. Le enviaste rosas a Nancy. Sé que fuiste tú. Le hiciste creer que había sido Lisa, y ahora que sabe que no fue ella, está asqueada, convencida de que fue Yu.

Supongo que el humor de Somi no funciona, porque esa mierda es graciosa.

─El hombre del saco está muerto, ¿y qué te hace pensar que fui yo o que esas fueron alguna vez mis intenciones? ─ Musito, ocultando mi sonrisa.

─Sé que fuiste tú. Las rosas se pagaron con una tarjeta Visa de prepago. Yu ya había terminado con Nancy, pero es la ex de Lisa y elegiste una forma muy pobre de fastidiarla.

─En realidad ella me fastidió primero. Sólo le envié unas rosas ─ digo con una sonrisa tímida.

Su cara se pone más roja. ─No juegues con mi equipo, Jennie. Tienes demasiado que perder como para jugar con nosotros.

─ ¿Nosotros? No estoy jugando con nadie más que con ella, y ella empezó. Ella hizo todo excepto mearse en Lisa. Y las rosas fueron hace siglos. Ni siquiera es una buena broma si ella no lo entiende mientras el tipo todavía estaba vivo. Por si lo has olvidado, más o menos lo maté, así que no tiene motivos para tener miedo... a menos que le asusten los fantasmas de asesinos en serie.

Cojo una linterna y me ilumino con ella bajo la barbilla, y los ojos de Somi se entrecierran. De verdad que le hace falta sentido del humor.

─Esto es una locura. Lo sabes, ¿verdad? ─ suelta.

Pongo los ojos en blanco y apago la linterna. ─No, una locura es ser su ex y ponerse en plan zorra conmigo. Y tú dijiste que no podía matar a nadie que no mereciera morir de verdad. Nunca dijiste que no podía enviar rosas a una chica que era una completa zorra conmigo.

Justicia Divina - Jenlisa | G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora