"Permíteme." Harry tomó con delicadeza la mano de Louis y besó sus nudillos con suavidad, antes de inclinarse para abrirle la puerta de la camioneta. El gesto, aunque pequeño, estaba cargado de ternura.
"Gracias." Louis le respondió con una sonrisa dulce, sus ojos iluminados por una chispa de complicidad.
Al bajar de la camioneta blindada, con otra camioneta siguiéndolos de cerca, Louis dejó que una suave brisa nocturna acariciara su rostro. El viento jugueteó con su cabello, arrancándole una risa involuntaria mientras levantaba la vista hacia el cielo estrellado.
"¡Estrellas!" chilló Ally emocionado desde la silla para niños, estirando los brazos como si pudiera alcanzarlas.
Louis, aún riendo, se inclinó para intentar liberarlo. "¿Esto es una silla de seguridad o una trampa de niños?"
"Más o menos lo mismo cuando tienes pequeños inquietos," respondió Harry con una sonrisa burlona mientras se acercaba. Con las manos en la cintura, apartó suavemente a Louis para encargarse de la tarea. Con un ágil movimiento, liberó a Ally de su confinamiento.
"¡Creí que iba a morir ahí!" exclamó Ally con un dramático suspiro, sacando una carcajada tanto de Louis como de Harry.
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Mientras Harry y el personal de servicio terminaban de organizar la manta y todos los detalles para el picnic en un rincón apartado del parque, Louis cargaba a Ally sobre sus hombros. Ambos, con una curiosidad inocente, comenzaron a recorrer el área a su alrededor.
Detrás de ellos, el bosque se extendía como una masa oscura y silenciosa, los árboles altos bloqueaban casi toda la luz, creando una atmósfera misteriosa.
"Por aquí no," susurró Ally, con un deje de temor en su voz.
Louis sonrió suavemente, sintiendo el temblor leve en la pequeña figura sobre sus hombros. "No dejaré que nada te pase, lo sabes, ¿verdad?" dijo con firmeza, girando sobre sus talones para llevarla de vuelta hacia la zona más abierta. Allí, el césped se extendía en suaves ondulaciones bajo un cielo nocturno despejado, la luna brillaba majestuosa, acompañada por miles de estrellas que titilaban como luces de un cuento de hadas.
"Sipi, papi siempre dice que eres el omega más bonito y fuerte que ha conocido," respondió Ally con la honestidad de un niño, provocando una cálida sonrisa en Louis, una que no solo iluminó su rostro, sino también su corazón.
Mientras continuaban caminando, llegaron a un estanque tranquilo donde un grupo de patos nadaba plácidamente. Los ojos de Ally se iluminaron al verlos. "¡Patitos!" exclamó con entusiasmo infantil. "Son tan suaves."
Louis soltó una pequeña carcajada ante su emoción. "¿Quieres acercarte y tocarlos?"
"Sipi."
Con delicadeza, Louis bajó a Ally de sus hombros y, tomando su mano diminuta en la suya, la condujo hacia la orilla del estanque. Frente a ellos había una pequeña familia de patos: dos adultos y un par de patitos que flotaban a su alrededor.
"Despacito, mi amor," dijo Harry en voz baja desde atrás, sorprendiéndolos con su presencia. Aunque llevaba puesta solo una camiseta y shorts, sin zapatos, su apariencia era sorprendentemente deslumbrante bajo la luz de la luna, como si la simplicidad realzara su atractivo natural.
Ally miró a Harry con ojos inquietos, luego a Louis aferrándose un poco más fuerte a su mano. "Tengo miedo, papi," admitió en un murmullo apenas audible.
Louis sonrió, se inclinó, su voz cálida y segura. "No tienes por qué temer, cariño. Yo estoy aquí, siempre a tu lado."
Ally le dedicó una sonrisa amplia, sus ojos azules centelleando con confianza renovada. El corazón de Harry se llenó de ternura mientras los observaba. Ver a Louis y Ally juntos era como presenciar la perfección de un amor puro, una caricia silenciosa que sanaba cualquier herida del pasado.