"¿Puedo llevarte a casa?" Harry cuestionó, mientras dejaba caer su abrigo sobre los hombros de Louis, quien ronroneo al sentirse calientito.
"Traje mi carro, pero gracias de todos modos."
Los ojos de Louis brillaban bajo la luz de la luna, cuando le sonrió a Harry antes de subir a su carro y marcharse dejándolo solo frente a la galería.
Su camioneta blindada se acercó junto a él y de él bajaron dos guardaespaldas.
"Asegúrense de que llegue bien. Los quemaré vivos si algo le pasa, ¿está claro?"
Los guardaespaldas asienten y suben a la camioneta que sigue a Louis hasta su domicilio.
Mientras, Harry opta por volver a casa caminado, encuentra terapéutico caminar bajo la luz de la luna mientras la voz de Louis narrando la historia de Simonetta y Sandro se reproduce en su mente y se guarda como el tesoro más prestado en su palacio mental.
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"Puedo deshacer lo que dije, pero también puedo empeorarlo mucho más." Adam alzó las cejas, desafiante.
"Señorita Lounds." Louis avanzó un paso, su mirada fija en los ojos azules de Adam. "No es muy inteligente enfurecer a un hombre que piensa en cómo matar gente para ganarse la vida."
Adam retrocedió dos pasos, su espalda quedando atrapada contra la pared.
Louis avanzó dos pasos más, acorralando finalmente a Adam.
"Oh, Dios, eso fue tan sexy." Nigel, que observaba su ensayo para la obra de teatro escrita por Louis, se abanicó el rostro, sonrojado.
Los ojiazules se carcajearon.
Una alarma en el teléfono de Louis les notificó que era hora de ir al trabajo.
"¿Nos llevas, Ni?" Louis le preguntó a su hermano mientras este los bajaba del escenario, sosteniéndolos uno a uno por la cintura.
"Claro, también los recojo después del club, ¿está bien?"
"Recoge a Adam, yo iré al casino." Louis intentó tomar su mochila, pero Nigel se la quitó y la cargó junto con la de Adam.
Juntos salieron del teatro, con Nigel y Adam caminando con los dedos entrelazados, y Louis detrás de ellos, tomando su juguito en cartón.
"Oh, por Dios, no soy el mal tercio, soy su hijo." Louis se rio al notar la escena que estaban creando.
Nigel negó con la cabeza y rio cuando Adam no entendió el chiste.
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"Y tú, mami, ¿cómo dices que no te acuerdas..." Adam le guiñó un ojo a Louis, y juntos movieron las caderas detrás del mostrador.
Los clientes en la cafetería simplemente los ignoraron, acostumbrados a las locuras de estos chicos en su horario laboral.
"¿Cómo mi cuerpo te calienta?" Louis movió todo el cuerpo en una danza hipnotizante.
Para él siempre fue fácil moverse, pero desde los seis hasta los dieciséis años, practicó en una academia de danza junto a Nigel, lo que hizo que su cuerpo se volviera mucho más flexible.
"Ven, dímelo en la cara y no mientas." Adam invitó a Louis a acercarse con un dedo.
"Dejemos de jugar." Louis se lamió los labios y se acercó tanto al rostro de Adam que parecía que se besarían.
La campanilla de la puerta sonó, indicando que alguien nuevo había llegado.
"Okey, esto es sexy." Una voz ronca, Harry, se rio al otro lado del mostrador.