—Buenos días, esposo. — con la voz tan baja como un susurro, Félix saludó a la figura durmiente de su esposo quien seguía envuelto entre las sábanas a pesar de que ya habían pasado las primeras horas de la mañana y era un día de trabajo como cualquier otro.
Félix no lo culpaba, Hyunjin había estado hasta altas horas de la madrugada lidiando con la presencia del oficial Seo y su compañero, quien insistía en que había mucho más en la muerte de Choi Minki que lo que se veía a simple vista. Félix había esperado en su habitación pacientemente a que se retiraran, especialmente después de los desalmados comentarios del inspector con respecto a lo ocurrido a Han Jisung.
Cuando su esposo volvió a la cama muchas horas después, su expresión era una de pura furia. Y no era para menos. Había sido privado de su sueño y obligado a practicar una minuciosa autopsia seguida de un detallado reporte, solo para que los receptores de la información obtenida insistieran en que estaba equivocado y que no había manera en la que un infarto cardio-respiratorio fuera la razón detrás de la muerte.
Félix tenía que concedérselo, muy a pesar de que no le fuera conveniente, el inspector Seo no era tan imbécil como sus desacertados comentarios le habían hecho parecer. Pero Félix tampoco era tonto; a sus ojos perspicaces, no era la sed de justicia lo que movía a Seo Changbin. No. Félix podía ver la ambición ardiendo como un pozo infernal en el fondo de sus ojos. Era el tipo de codicia que mantenía a un hombre determinado y decidido hasta ver sus esfuerzos rendir frutos.
Suponía que tendría que duplicar sus habituales medidas de precaución, al menos hasta que el inspector Seo y la falta de resultados disuadieran sus sospechas y minaran su audacia.
Sin perder tiempo, Félix inició con su rutina matutina, aseándose y vistiéndose antes de bajar a la cocina a preparar el desayuno. Si bien, para otros miembros de su casta esta era una tarea obligatoria, para Félix era una forma de demostrar su aprecio a quienes amaba. Lastimosamente, su esposo no era una persona matutina, por lo que la mayor parte del tiempo salía corriendo de casa con el desayuno en la boca y una taza medio vacía de café en sus manos mientras hacía lo posible para no dejar caer su maletín de trabajo y su contenido al piso, quejándose audiblemente del tener que trabajar todas las mañanas en el Hospital Real y rogando porque llegara el fin de su jornada laboral a final de la tarde cuando ni siquiera había iniciado.
Al contrario, para Félix, cuyas mañanas eran un momento sagrado, no había mejor manera de despertar que con el canto de los pájaros y las suaves voces infantiles de los hijos de sus vecinos mientras se despedían ruidosamente antes de ir a la escuela. Con expresión distraída acarició su vientre, tratando de hacer las paces una vez más con aquella parte de sí mismo que había muerto a causa de la brutalidad de alguien más. Respiró, alcanzando la taza de té herbal que había preparado y observó a través de la ventana al pequeño Jaemin arrastrando al hijo de su vecina, Jeno, quien iba con los ojos más cerrados que de costumbre y media hogaza de pan en su boca de camino a la escuela local.
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Acqua Tofana (Hyunlix)
Fanfiction"Dime cada cosa terrible que hayas hecho y déjame amarte de todos modos" - Edgar Allan Poe ShortFic Hyunlix Omegaverse | Fantasía Histórica | Romance Advertencias: violencia y discriminación de género, asesinatos, descripciones detallas de autopsia...