Penélope ✔️

CAPÍTULO 10

Penélope yacía en su cama, mirando fijamente al techo. Había logrado evitar los últimos eventos sociales, lo que también significaba que podía evitar a Colin y la adoración que se le profesaba a Cressida por fingir ser Lady Whistledown. Había fingido estar enferma algunas veces, aunque a veces estaba segura de que ya no estaba fingiendo.
Había tenido problemas para dormir; cada vez que cerraba los ojos, solo podía ver a Colin y le dolían los pechos, buscando su contacto, sus labios de nuevo. No tenía apetito; lo que normalmente habría complacido a su madre, pero su madre había comenzado a darle de comer, alentándola a comer; diciéndole que estaba deseando al señor Dankworth y que vomitar no haría que su regreso fuera más rápido.

Ahora no estaba segura de si era digna del regreso del señor Dankworth y de su propuesta, si es que llegaba a concretarse. Era un caballero tan amable, sencillo y honesto; con él no había juegos. Expresaba sus sentimientos abiertamente y la hacía sentir segura y adorada; y ella le había devuelto su adoración besando y acariciando a su supuesto amigo en un carruaje.

Sí, ella ya había besado a Colin anteriormente en su propia casa, pero se había convencido de que ese beso era para aprender. Sin embargo, en el carruaje, no estaba segura de lo que había sucedido; el hecho de que Colin le dijera que era hermosa la había tomado por sorpresa y esa mirada que tenía en sus ojos, la lujuria que sentía por ella... ella cedió y se aprovechó porque estaba bastante claro que él no tenía ningún sentimiento romántico por ella.

Sí, Colin, siendo Colin... un caballero en formación, se había sentido obligado a ofrecerle su mano en matrimonio, pero en el fondo ella sabía que estaría mal. Él era un hombre; atrapado en un momento de lujuria; ella podría haber sido una prostituta en un burdel; él no estaba viendo a Penélope en ese momento... no realmente. Pero ella sabía que era Colin y se aprovechó de su lujuria porque quería ser deseada por él solo una vez; incluso si eso fuera su ruina.

No, no podía aceptar la oferta de Colin. Sí, él podía haberla deseado en ese momento, pero a largo plazo, acabaría resintiéndose con ella porque no la amaba y tendría que buscar una amante para satisfacer sus necesidades. Penélope había crecido viendo un matrimonio sin amor... no quería eso para ella. Con el señor Dankworth, aunque todavía no lo amaba, sabía que podía y eso era en lo que debía centrarse, no en su lujuria por Colin Bridgerton.

Se oyó un suave golpecito en la puerta. —Pase— gritó, esperando que su madre le trajera otra porción de comida que intentaría mordisquear para complacerla, así que se sentó en la cama. Sin embargo, no era su madre, era su doncella que llevaba una nota.

—Lamento molestarla, milady, pero un sirviente de Danbury House pasó por aquí con esto —dijo la doncella, entrando en la habitación y entregándole la nota.

—Gracias —respondió Penélope y tomó la nota. Sonrió al leerla. Lady Danbury le preguntaba por su salud y la invitaba a ir a Danbury House a tomar el té de la tarde. Al parecer, Lady Danbury echaba de menos su compañía en los eventos sociales.

Entonces, la mente de Penélope se desvió hacia el señor Anderson y su promesa de ayudarlo. Había estado tan absorta en sus propios sentimientos que había olvidado que Lady Danbury era una de sus principales sospechosas como la dama generosa que le había dado un futuro. Tal vez el té de la tarde con Lady Danbury fuera justo la distracción que necesitaba.

Penélope estaba sentada en una mesa pequeña en los jardines de Danbury House, tomando unos cuantos mordiscos de la comida que tenía frente a ella y bebiendo un sorbo de té mientras Lady Danbury seguía hablando, frustrada por la atención que Cressida Cowper estaba recibiendo de la alta sociedad —No puedo creer que todo el pueblo esté dispuesto a creer que esa chica podría ser Lady Whistledown... ¡Me niego a creerle! —ladró Lady Danbury.