La mañana llegaba para arrancar lastimosos gruñidos de Jimin. El sol era fuerte desde temprano y la habitación estaba cálida.
Cuando saco el antebrazo de sus ojos, una sonrisa estúpida se asomó en la comisura de sus labios, a su mente el recuerdo, ese que lo llenaba de emoción, en el lago Jungkook lo había tomado como no lo había hecho nadie nunca en su puta vida, era tan atractivo y fuerte, lo sostuvo tan bien, que con un gruñido salió de la cama lleno de vida. Aunque igual le dolía un poco el culo, ¿hacía cuánto que no tenía una noche así? Ya no recordaba... Pero hoy sería un día bastante complicado, así que debía tratar de sacarse esa lujuria por el cuerpo de Jungkook y pensar con claridad y serenidad.
Se duchó y salió por la puerta de su habitación casi junto a Dominique. Le gustaba ver la cara de felicidad de su amiga, era una persona totalmente diferente ahora.
— Debo contarte algo, Domi... —Jimin la miró con esa sonrisa, esa que colocaba Jimin cada vez que...
— Antes de que me cuentes cualquier cosa, me llamaron de FKR tecnologies. El señor Jung necesita una reunión contigo mañana a primera hora, me dice que ha tenido problemas con la distribución y sus pedidos han llegado con retrasos las últimas dos semanas.
— Agéndalo, si no me olvidaré, le dice Jimin, — mientras bajaban las escaleras.
Dominique miró a su amigo con sus ojos brillosos y una sonrisa estúpida en su cara. Su pelo flotaba y daba pequeños saltitos mientras bajaba las escaleras. Dominique se detuvo y lo tomó del brazo antes del primer escalón. — ¡Te comiste a Jungkook! — le dijo Domi riendo. Jimin le tapó la boca, mientras miraba a todos lados, y casi cayeron de las escaleras.
— Basta, Domi, no sé si Jungkook quiere que se sepa esto, mal que mal nadie sabe de él.
— Tienes razón, no diré nada, — le dijo Domi riendo —, pero no te salvarás de mis bromas, me las pagarás todas...
Bajaron juntos a la cocina, mientras Jimin calentó agua y colocaba las tazas y los platos para el desayuno, ya que la señora Kim aún no llegaba, sintió los pasos de otras personas que empezaron a sumarse a la cocina, Taemin, y Taehyun, y el pequeño Soobin que había estado llegando a los desayunos con Jimin. Le gustaba su nuevo jefe y todo lo que había aprendido con él. Además, se llevaban superbién con Catalina, siendo los más jóvenes en la Hacienda.
Jungkook apareció por la puerta cuando todos estaban ya sentados riendo, y Jimin estaba con la taza de café en sus manos. No había podido comer nada de los nervios y la ansiedad que le provocaba su nueva situación.
Jungkook se sacó el sombrero mostrando sus ojos. Jimin les pareció que hoy estaban aún más brillantes. Aún no sabía si Jungkook se daba cuenta de su atractivo, llevaba una camisa negra como siempre, sin abrochar más que tres botones, mostrando su torso malditamente sexy, arremangado sobre su antebrazo y vaqueros ajustados con sus botas negras.
Se sintió excitado cuando recordó que su lengua había recorrido todo eso la noche anterior y sus mejillas brillaban de un leve rosado.
— Buenos días, — dijo Jungkook hablándole a todos.
— Buenos días Jungkook — contestaron todos, incluyendo Jimin, este sin sacar la taza de su boca y siguiéndolo con la mirada descaradamente. Ya no se privaría, al menos de mirarlo, porque ese hombre la noche anterior le había preguntado si sería suyo y él le dijo que sí. Pero no lo presionaría, no sabía si quería que esto que tenían se supiera; Jimin no alcanzó a pensar más que eso cuando Jungkook alejó la taza de su boca sorprendiéndolo y se acercó para susurrarle al oído. —Buenos días, Jimin, — mientras le dio un beso en la comisura de su boca.
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INDOMABLE
RomancePark Jimin recibió una carta que cambio su feliz vida, tendría que volver a aquel lugar, al lugar donde solo había tenido tristeza, lo único maravilloso de ahí había sido Star. Pero cuando volvió, y se encontró con su doloroso pasado, descubrió que...